Integración de criterios ESG: una decisión necesaria

La integración en la gestión empresarial de medidas adoptadas bajo criterios ESG (Medioambientales, Sociales y de Gobernanza, en sus siglas en inglés) parece una decisión cada vez más necesaria para las empresas. En las elecciones de compra de los consumidores está teniendo cada vez mayor peso no sólo el producto o el servicio que se ofrece, sino también cómo se elabora o realiza este y cómo actúa socialmente una compañía. Pero, además, este tipo de cuestiones resultan cada día más importantes en el acceso a la inversión. De hecho, según una encuesta realizada por Natixis las inversiones basadas en criterios ESG no solo son de interés para los jóvenes inversores, sino que el espectro se está ampliando hacia los más convencionales.

En el año 2020, el patrimonio total mundial destinado a inversiones con criterios sociales o ambientales supuso 1.300 billones de euros. El 24% de los inversores lo hicieron por primera vez en ese año, mientras que el 33% de los que ya lo habían hecho aumentaron las posiciones que ya tenían.

Más allá de eso, un estudio realizado por Andersen apunta que hay países que se están planteando exigir unas determinadas pautas a las empresas para acceder a financiación.

Este estudio señala que, en marzo de 2020, la Comisión Europea publicó su Plan de Acción para la financiación del crecimiento sostenible en el que se contemplaban cuestiones como la necesidad de incluir la sostenibilidad en la evaluación de la idoneidad de los instrumentos inversores, así como el establecimiento de una mayor transparencia en los parámetros de sostenibilidad.  En concreto, el Plan incluye tres objetivos principales: dirigir el capital privado a inversiones sostenibles; integrar la sostenibilidad en la gestión de riesgos; y promover la transparencia en las cuestiones ESG con una perspectiva a largo plazo.

En junio de este año, la UE aprobaba un Reglamento dirigido a crear un marco que facilite la inversión sostenible. Con él se pretende establecer unos criterios generales que permita identificar las actividades sostenibles. En concreto, define los criterios mínimos que deben cumplir las empresas con el fin de ser consideradas ambientalmente sostenibles. Si bien la concreción de esta normativa aún está en elaboración conviene no perder de vista todo esto para afrontar el desarrollo empresarial a medio y largo plazo.

Sea porque los inversores están considerándolos cada vez más en sus estrategias de inversión o sea porque la legislación lo va a requerir más pronto que tarde, parece una buena idea poner en marcha estrategias empresariales que consideren criterios ESG como un elemento más de la gestión.

Hecho esto, conviene no olvidar elementos que nos pueden ayudar en nuestra tarea de mostrar una gestión sostenible. Se trata de la comunicación. En este escenario resulta indispensable ser consistentes a la hora de informar y comunicar nuestros compromisos y avances en materia de responsabilidad corporativa. Es cierto que, en los últimos tiempos, gracias a los cambios que se han producido respecto a los reportes de comunicación no financiera de las empresas, se ha mejorado la información que se recoge de nuestras actividades. Nuestros grupos de interés tienen la oportunidad de revisar qué estamos haciendo y comprobar si lo que decimos se corresponde con lo que hacemos. Pero, hemos de ir un poco más allá. La transparencia debe ser un elemento que guíe nuestras actuaciones habituales. Nuestras comunicaciones, nuestros informes de sostenibilidad deben servirnos como herramientas de gestión y apoyo en la toma de decisiones empresariales, para mostrar que cumplimos lo que decimos.

Por Gerardo Miguel, director en Estudio de Comunicación

@GerardoMiguelb

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