Carlos III y sus emociones

Todo está pautado, controlado al milímetro. Es la perfecta y casi imposible escaleta televisiva. Ahora entra imagen aérea que se funde con primer plano del coche fúnebre a su salida de Balmoral. No hay espacio para la improvisación. Pero lo que parece que no contaban los asesores de imagen era con el «malestar» evidente y televisado que le ha causado al ya rey Carlos III la estrechez de la mesa en la que firmó las actas de su proclamación. En ella se agolpaban los documentos de gran tamaño y el tintero, regalo de sus hijos, en el que impregnó la pluma para estampar su firma.

Y es que si bien es cierto que el breve discurso que Carlos III pronunció a las pocas horas de conocerse el fallecimiento de su madre la reina Isabel II ha sido en general bien acogido y no ha levantado grandes críticas, ha bastado un solo gesto para «empañar» sus primeras horas como rey.

En los primeros días hemos visto numerosas imágenes de cercanía del nuevo Rey: estrechando manos y dando las gracias a los ciudadanos que se han agolpado en el palacio de Buckingham e incluso aceptó sin mostrar contrariedad alguna que una señora le plantara un beso en la real mejilla. Muy bien por el Rey y sus asesores: cercanía y agradecimiento a los ciudadanos por parte del nuevo monarca, quien hasta hace relativamente poco tiempo era de los miembros de la familia Real británica menos populares. Sin embargo, los asesores de imagen o el propio Rey parece que pasaron por alto algo tan evidente como la importancia de la comunicación no verbal en un momento histórico, el de la firma, que ha sido retransmitido en directo en casi todo el mundo.

En ese famoso documento Operation London Bridge en el que según se ha publicado se estipula absolutamente todo respecto a los pasos a seguir ante el fallecimiento de Isabel II y la proclamación como nuevo  rey de su hijo Carlos, quizás no se «cayó en la cuenta»  de disponer de una mesa cómoda para que el nuevo Rey y jefe de la Commonwealth (asociación de 56 países independientes y 2.400 millones de personas), la reina consorte Camila y el nuevo príncipe de Gales Guillermo pudieran todos firmar sin estrecheces. El caso es que tanto si fue por las emociones encontradas o fue por su propio carácter, Carlos III evidenció su enfado para que le retirarán el tintero y el estuche de plumas de la mesa. Un gesto, sin duda desafortunado, que se ha hecho viral en las redes, que muchas cadenas de televisión han incluido en esa escaleta milimetrada y que está dando pie a que algunos comentaristas pongan en tela de juicio el talante del nuevo rey.

A buen seguro que los asesores de comunicación e imagen pondrán todo su empeño en que el Rey de los británicos modere sus ademanes si quiere escalar posiciones en las encuestas. Aunque no se sabe aún la fecha exacta del acto de coronación, que desde hace 900 años se hace en la abadía de Westminster, es más que recomendable que Carlos III ensaye y ensaye pues puede «sentir la incomodidad» de tener que soportar una corona que según algunos medios pesa algo más de 2,2 Kg.

 

Charo Gómez, Socia en Estudio de Comunicación

@CharoGmez1

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