Mirar hacia dentro para competir mejor. Enseñanzas futbolísticas

En estos días en los que el Mundial de fútbol ocupa todas las pantallas y reuniones sociales, y en los que cualquier amigo, compañero de trabajo o familiar puede ser un gran entrenador deportivo, es buen momento para recordar una historia con una moraleja de la que podemos aprender mucho en el mundo empresarial.

Allá en el año 1991, el Newcastle, equipo de la Premier League inglesa, pasaba por un momento duro y una racha de partidos muy mala, tan mala que fue uno de los años en los que competían en Segunda División.

Ese año el equipo perdió contra sí mismo.

El técnico del club, el argentino Osvaldo Ardiles, preparó un ejercicio para sus futbolistas. La idea, en apariencia, era simple. Ante una plantilla desmotivada, configuró una alineación de 11 jugadores, como ante un partido corriente, pero sin adversario. La idea era que los futbolistas se pasaran el balón, ganaran soltura en el juego y se comunicaran. ¿Qué podía salir mal?

El resultado de la dinámica fue que los jugadores, carentes de seguridad e iniciativa se fueron pasando el balón hacia atrás. Cualquiera que haya visto, aunque sea un solo partido, sabrá que el objetivo del fútbol es el contrario: avanzar hacia delante hasta llegar a la portería y, con mayor o menor estilo, intentar colar el balón en la red. El juego hacia atrás se extendió hasta que uno de los defensas hizo lo propio con un pase al portero. El resultado fue nefasto. El entonces cancerbero, Tommy Wright, despreocupado y, si me permiten, poco interesado en el juego, se estaba poniendo los guantes y el balón fue directo a la red. El Newscastle había perdido contra nadie.

Aprendizajes y moraleja

Una de las principales enseñanzas de esta historia es que, en contextos de alta competitividad y estrés que resultan muy demandantes – un ambiente que podemos vivir en el trabajo tanto por el logro de objetivos propios como por presiones externas- la clave puede estar en nosotros mismos.

Así, debemos asegurarnos de que no perdemos de vista el objetivo principal, ir hacia delante, aunque convenga echar algún paso atrás por afianzar posiciones. Si hay algo que está fallando, la reflexión hacia la mejora debe comenzar por uno mismo.

En segundo lugar, el trabajo en equipo es crucial. Si remamos todos en la misma dirección y paliamos aquellas áreas que resulten mejorables con esfuerzo conjunto, será muy difícil que encajemos un gol.

Por último, y probablemente lo más importante, es la confianza y el clima del equipo. Generar un ambiente de seguridad, cercanía y comodidad entre los integrantes de un equipo o una empresa, es clave para el éxito. En esta cuestión nuestros superiores y jefes juegan un papel crucial y deben liderar al equipo hacia la victoria.

De esta forma, con claridad en los objetivos, buen desempeño individual y conjunto, aunado con un buen liderazgo, podremos perder algún partido, pero sin duda seremos un fuerte rival para nuestros competidores y estaremos llevando a cabo un trabajo de calidad.

Laura Alonso, Consultora

@LauraAlonso_es

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