Amor y odio por los Audios de Whatsapp

Que levante la mano quien no lo haya vivido: Te mandan un audio de whatsapp, te levantas de su sitio o dejas lo que estás haciendo para escucharlo sin molestar a los que te rodean y cuando vuelves a retomar la actividad, que habías interrumpido, te llega un nuevo audio o, mejor dicho, otro fascículo sobre el mismo asunto (que alguien te cuenta por entregas), y de nuevo estoicamente uno se vuelve a ausentar de su tarea mientras nota como la sangre le comienza a golpear en la sien y cuando, ya por tercera vez nos llega una nueva nota de voz, tras volverte a sentar, no puedes evitar exclamar “¡cómo odio los audios de Whatsapp! Y el último y tal vez más importante, ya por hastío es el que no escuchamos…

Los audios de Whatsapp despiertan odios y pasiones a partes iguales, pero en cualquier caso no dejan indiferente a nadie. A juzgar por el ingente número de personas que vemos enviándolos por doquier y en las más diversas situaciones podríamos concluir que la dichosa aplicación ha encontrado la fórmula de la eterna juventud para perpetuar la existencia de los mensajes de texto, mucho más fáciles de emitir que uno escrito, porque no requieren signos de puntuación, ni que prestemos atención a la ortografía, los puede enviar cualquiera sin demasiados conocimientos técnicos (para lo bueno y también para lo malo), permiten incluir los matices de nuestra voz y con ello suplimos muchos de los malentendidos que ni siquiera el uso y abuso de los socorridos emoticonos pueden evitar en bastantes ocasiones, en definitiva todo un invento, dirán sus fans.

Pero si usted se encuentra entre aquellos, que por desgracia se han sentido atrapados y sin escapatoria cuando al subir en el ascensor les ha tocado escuchar una disertación sobre las lentejas con chorizo que ha preparado la madre de la vecina del quinto tal vez no solo vea sus ventajas comunicativas, sino que milite como detractor convencido y se solidarice con aquellos que no saben donde meterse cada vez que un ser anónimo a nuestro lado y sin ningún pudor nos hace partícipes de su intimidad y de sus lentejas.

Como todo en esta vida tiene sus ventajas e inconvenientes y por ser justos en el ámbito de la comunicación profesional, me gustaría destacar que en un país en el que estamos acostumbrados a hablar mucho y a escuchar poco, los audios de Whatsapp tienen el poder de obligarnos a atender, por mucha rabia que nos dé y por muy rápido que queramos pasar el podcast al que nos somete nuestro cuñado para detallarnos las claves de la próxima quedada familiar.

Además de ejercitarnos en la paciencia, aportan su granito de arena a la ardua tarea de aprender a hablar en público, una asignatura pendiente de las generaciones de más edad y que afortunadamente los más jóvenes están integrando con soltura y naturalidad al acostumbrarse a escuchar su propia voz, igual que nos acostumbramos a ver nuestra imagen reflejada en un espejo.

El siguiente estadio de la mensajería instantánea son las notas ya no solo de audio sino de vídeo. Se trata de una nueva herramienta, en fase beta, que implementará Whatsapp y que pretende emular el funcionamiento de los mensajes de voz, pero a través de la cámara, para que los usuarios puedan grabar y enviar vídeos breves de hasta 60 segundos, que no podrán ser reenviados ni quedarán almacenados.

No sé si alegrarme o asustarme, porque desconozco como superaremos como sociedad, el «trauma de las lentejas» cuando además de oír hablar sobre ellas, tengamos que verlas en los muchos momentos de ascensor que nos quedan, pero estoy convencida de que aprender a vernos y oírnos en un video mensaje redundará positivamente en nuestras habilidades para hablar en público y sobre todo, nuestros hijos serán una generación mucho mejor preparada para comunicar.

Ana Pereira, Directora en Estudio de Comunicación

@anabepereira

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