La sostenibilidad es cosa de todos

En los últimos años, las consecuencias del cambio climático han provocado un aumento de las exigencias en cuestiones medioambientales, tanto a las instituciones como a las empresas y organizaciones de todo tipo. Tanto es así, que hoy en día resulta prácticamente obligatorio mencionar la sostenibilidad entre los principios fundamentales de cualquier compañía.

Exigir dar cuenta de los criterios ESG (gobierno ambiental, social y corporativo, por sus siglas en inglés) es útil y necesario para intentar que las empresas apliquen estas políticas en su día a día. Pero no basta con parecerlo, también hay que serlo. Deberíamos asegurarnos de que estos principios se cumplen realmente, y por parte de todos.
Por supuesto que instituciones y grandes empresas son los máximos responsables y los que mayor efecto pueden generar, pero la sociedad somos todos. Si exigimos unas cosas, deberíamos predicar con el ejemplo y tener los mismos comportamientos que les pedimos.

Hablamos mucho de sostenibilidad, pero luego a menudo no somos capaces ni de cumplir con unas simples pautas en nuestro día a día. Acabamos viendo con frecuencia situaciones tan absurdas como eventos sobre sostenibilidad con botellas de plástico no reutilizable; despachos vacíos con el aire acondicionado y la luz encendida en los que horas antes se ha discutido sobre la nueva estrategia ESG de la compañía; o empresas que organizan grandes campañas ecologistas, pero luego ni siquiera ponen diferentes cubos para reciclar en sus oficinas.

La lucha contra el cambio climático es tarea de todos, porque todos sufrimos ya sus consecuencias. Si de verdad queremos hacer algo para mitigarlo, empecemos por nosotros mismos en nuestro día a día. Y no es sólo por el efecto que tendrá esa acción concreta, sino para crear un clima y unos hábitos que animen a otros a actuar igual.

La teoría de las ventanas rotas aplicada en los años 80 y 90 en Nueva York sostiene que un ambiente en el que resulta visible la delincuencia genera, a su vez, delincuencia. Ver actuar de una determinada manera invita a otros a actuar así también.

Lo mismo sucede con los comportamientos para luchar contra el cambio climático. Una persona acostumbrada a lanzar papeles al suelo seguramente vaya a Suiza y no se atreva a tirar ni una colilla, al verlo todo tan limpio.
Es fundamental dar ejemplo, crear una cultura y unos hábitos de cuidado con el medio ambiente. Y en eso participamos todos, empezando por las tareas simples de nuestro día a día. Luego ya, por supuesto, exijamos que los máximos responsables cumplan también con su parte y así podremos, entre todos, hacer frente a este problema tan acuciante.

Bruno Calvo Rodríguez, consultor sénior en Estudio de Comunicación

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