Un clásico dicho de la comunicación es ese que dice que “lo que no sale en los Medios, no existe”. Sobre este ha habido muchas variaciones, pero todas vienen a significar lo mismo. En el ámbito de la comunicación corporativa, uno de los objetivos de las estrategias diseñadas es conseguir que los públicos objetivo conozcan lo que la organización está haciendo, qué logros están consiguiendo, qué valores representa, etcétera. Esta, además, es una forma de mejorar la reputación de la organización.
Es una realidad que, en el mundo actual, los Medios de Comunicación no son los únicos canales a través de los que hacemos llegar nuestro mensaje a nuestros públicos objetivo. Pero, si queremos que estos conozcan lo que hacemos y lo que somos es importante diseñar planes y estrategias de comunicación que nos permitan conseguirlo. Hacer que conozcan que existimos.
A partir de este objetivo, al desarrollar estos planes nos centramos en diseñar acciones que nos ayuden a difundir nuestras estrategias corporativas, lo que estamos haciendo, nuestras innovaciones y todos aquellos hitos que vamos consiguiendo. Además, establecemos calendarios con el objetivo de mantener nuestra presencia como una constante a través de los Medios y los canales digitales. Muchas veces estas estrategias se plantean que hablen de nosotros de una manera constante.
Sin embargo, tan importante como planear nuestra presencia pública es analizar si una continua exposición no puede tener ‘contraindicaciones’. Recientemente hemos visto algunos ejemplos de cómo una sobreexposición mediática y en redes puede acabar afectando la reputación. Pensemos en lo ocurrido en las pasadas Elecciones Generales. Algunas consultoras de investigación y estudios de mercado responsables de encuestas electorales tuvieron una presencia constante en los Medios. Aprovecharon los buenos resultados obtenidos por sus trabajos anteriores, que les generaron una buena reputación, con una presencia ‘cuasi’ constante en los Medios. Lo que ocurrió después es de sobra conocido. Las encuestas electorales no coincidieron con los resultados finales y quienes más se expusieron recibieron la crítica inmisericorde tanto de Medios como, especialmente, de las redes sociales. La sobreexposición constituyó un elemento que acabó jugando en su contra.
Esto es un claro ejemplo de como sobrexponernos, querer estar de manera constante en la prensa puede volvérsenos en contra en cualquier ocasión, en el primer momento en el que nuestro relato se vea comprometido por un revés en nuestras actuaciones.
Por tanto, es esencial contar lo que hacemos, buscar la atención de los Medios y las redes sociales, pero también medir cómo lo hacemos, cuándo lo hacemos y, por supuesto, cuánto lo hacemos para evitar que nuestra sobrexposición anterior no acabe jugando en nuestra contra al primer fallo que pueda suceder en la gestión de nuestra empresa.
Por Gerardo Miguel, director en Estudio de Comunicación