La infoxicación, una combinación de las palabras «información» e «intoxicación», es un fenómeno que ha cobrado relevancia en la era digital. Se refiere al exceso de información a la que estamos expuestos constantemente y las consecuencias negativas que puede tener en nuestro día a día. En un mundo donde la información fluye de manera constante a través de Internet, redes sociales, medios de comunicación y teléfonos móviles, la infoxicación se ha convertido en un problema común que afecta a muchas personas.
La sobreexposición a las redes sociales y los medios de comunicación y la sobreabundancia de información puede llevar a que una persona se sienta abrumada por la cantidad de datos a los que está expuesta. Estar siempre ‘on’ o conectado se convierte en un dilema cada vez más relevante.
Calidad de la información consumida y la fiabilidad de las fuentes para luchar contra la desinformación
Entre los riesgos, uno de los más llamativos es la desinformación. Cuando estamos expuestos a una gran cantidad de información, es difícil discernir lo que es cierto y lo que es una noticia falsa, influyendo incluso en la toma de decisiones de una persona o su percepción de la actualidad. Por ello, es esencial tener en cuenta la calidad de la información consumida y la fiabilidad de las fuentes. Otro efecto de la infoxicación es el consumo compulsivo de información provocado en gran parte por la constante conectividad que puede tener un impacto en nuestra productividad.
La infoxicación se considera generalmente un desafío en lugar de algo positivo. Sin embargo, hay algunas maneras en las que este fenómeno puede tener aspectos prácticos. La infoxicación a menudo significa que hay una gran variedad de fuentes y perspectivas disponibles. Esto, con un buen criterio y enfoque, puede permitir obtener información de múltiples ángulos y tomar decisiones más informadas. Además, la abundancia de información puede brindar oportunidades de aprendizaje, creatividad y nuevas ideas.
Para combatir la infoxicación, es importante aprender a gestionar eficazmente la información disponible y ser críticos. El consumidor debe de ser capaces de evaluar la información que consume con un criterio propio que le permita extraer sus propias conclusiones.
Por Inés Amil, consultora sénior de Estudio de Comunicación
