En la era digital, la información es omnipresente y, por tanto, el acceso a la información sobre salud es más fácil que nunca. Sin embargo, junto con la abundancia de información, también existe inevitablemente un aumento de noticias falsas que, llevado al ámbito de la salud, podrían suponer un riesgo para el lector. Combatir estas falsedades se ha convertido en una tarea crucial para asegurar que tomemos decisiones basadas en evidencia.
En este contexto, el estudio ‘Bulos y Desinformación’ elaborado por Estudio de Comunicación y Servimedia, revela que un 66% de los encuestados consideran que los bulos son crecientes después de la pandemia. Tanto es así que los bulos sanitarios son, después de los políticos, los que más afectan a las personas mayores. Un 40,6% experimenta angustia, ansiedad o enfado hacia la desinformación vinculada al ámbito sanitario.
Enfoque crítico para combatir las noticias falsas
La lucha contra la desinformación sobre salud en internet y redes sociales requiere un enfoque crítico y estar atento a las señales de advertencia. Las fuentes adquieren un papel protagonista. Antes de creer cualquier información sobre salud que haya en internet o redes sociales, es esencial verificar la credibilidad de la fuente y saber quién está detrás de la información.
Las noticias relacionadas con la salud ya sean recomendaciones de hábitos saludables o síntomas de posibles patologías, por ejemplo, pueden estar encabezadas por titulares alarmantes que también pueden ser sospechosos. Este lenguaje sensacionalista utilizado en el titular puede estar presente en toda la información, así que se debe huir de ‘trucos milagrosos o revolucionarios’ en internet. Además, al hacer click en cualquier titular es recomendable evaluar si la información está basada en evidencia científica e identificar referencias, estudios o si contiene citas de expertos.
Al aprender a verificar las fuentes y evaluar la credibilidad de la información, se protege la salud de uno mismo y la de quienes le rodean. Dicho esto, ante cualquier duda es recomendable consultar a profesionales de la salud.
Por Inés Amil, consultora sénior de Estudio de Comunicación
