Para que una marca pueda llegar de manera significativa a su audiencia objetivo, es esencial tener la habilidad de causar emociones en los usuarios y establecer una conexión auténtica con ellos. Las emociones son la fuerza principal que guía las decisiones de los seres humanos, incluyendo las decisiones de compra. Cuando una marca logra provocar una respuesta emocional, crea una conexión profunda y duradera con el consumidor.
Las estrategias de marketing que buscan emocionar suelen ser recordadas y compartidas en mayor medida. Por ejemplo, los anuncios que relatan historias emotivas son compartidos con mayor frecuencia en redes sociales, lo que expande significativamente su alcance. Asimismo, se incrementa significativamente la fidelidad del cliente y es más probable que repita compras y recomiende la marca a otros.
En cambio, si una marca no consigue provocar emociones, su mensaje puede no ser notado entre la cantidad de información a la que los consumidores se enfrentan a diario. Ya no podemos optar por campañas frías y sin emoción, ya que solo logran que la marca pierda su importancia. En un mercado tan competitivo y comunicativo, es fundamental emocionar para crear vínculos y lograr un recuerdo duradero en nuestros clientes.
Por Carmen Sotomayor, Directora de Estudio de Comunicación