Las imágenes y los vídeos parecen ser las protagonistas de las historias. Sin embargo, la palabra sigue siendo una herramienta poderosa. No solo comunica, sino que construye, transforma y mueve el pensamiento. Con ellas, creamos historias, transmitimos emociones y moldeamos nuestra realidad.
Gabriel García Márquez, en su discurso en el Congreso Internacional de la Lengua Española, nos recordaba el poder de la palabra: “Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder, no es cierto que la imagen pueda extinguirlas, al contrario, las potencia, nunca hubo tantas palabras con tanto alcance como en la vida actual”. A pesar del avance de los medios visuales, las palabras siguen siendo la esencia de la comunicación. Son ellas las que permiten dar vida a ideas complejas. “Los inventores de fábulas, a quienes todo es permitido, nos conocen mejor que nadie, porque saben que somos capaces de lo peor y también de lo mejor”. En esta afirmación del Premio Nobel se reconoce el inmenso poder que las palabras tienen para descubrir lo más profundo del ser humano.
Las palabras siguen vivas
Aunque vivimos en una era donde las imágenes parecen dominar, la palabra no ha perdido su poder. Las palabras construyen puentes, derriban barreras y permiten conectar a las personas. Un buen discurso, un poema o incluso una conversación significativa tienen la capacidad de transformar. Esto es especialmente relevante en la comunicación corporativa, donde las empresas no solo buscan transmitir información, sino también construir una identidad sólida y generar confianza en sus audiencias. Un mensaje bien articulado puede reforzar los valores de una compañía, inspirar a sus empleados y conectar emocionalmente con los clientes. En un entorno saturado de contenido visual, las palabras siguen siendo clave para humanizar las marcas
Como bien señaló García Márquez, las palabras siguen vivas, vibrantes, cargadas de fuerza y significado. En tiempos donde parece que la inmediatez y lo visual han reemplazado la reflexión, es vital recordar que las palabras, bien elegidas, siguen siendo capaces de transformar el mundo.
Por Inés Amil, consultora sénior en Estudio de Comunicación