Vivimos una época marcada por la proliferación de conciertos y eventos en directo. Este fenómeno se ha visto impulsado por los avances tecnológicos, las tendencias sociales y los importantes incentivos económicos que lo acompañan. El aumento de este tipo de actos masivos es tanto un reflejo como una respuesta a la creciente demanda de experiencias en directo en un mundo cada vez más digitalizado. Sin embargo, la abundancia de estos eventos también ha provocado cambios notables en las estrategias de precios y las prácticas de comunicación.
El auge de espectáculos se ve fomentado, en gran medida, por la sencillez de la comunicación global y el uso generalizado de las plataformas de medios sociales. Los artistas y organizadores pueden ahora llegar a un público mucho más amplio de forma más fácil, promocionando sus eventos entre millones de personas con sólo unos clics. Las redes sociales, en particular, han revolucionado la forma de comercializar los espectáculos, permitiendo la publicidad dirigida, las colaboraciones con personas influyentes y la interacción en tiempo real con posibles asistentes. Esto no sólo ha impulsado la visibilidad de los eventos, sino también la competencia, ya que más artistas y marcas compiten por la atención del mismo público.
Una experiencia cada vez menos asequible
Sin embargo, en los últimos tiempos se ha disparado el precio de las entradas, seguramente por el valor único que ofrecen estas experiencias en una época en la que los momentos auténticos y compartidos son cada vez más escasos. Para muchos, la oportunidad de vivirlo justifica el gasto, que a menudo no se limita al precio de la entrada, sino que hay que sumarle el viaje y el alojamiento, entre otros. Además, los procesos de compra habitualmente generan complicaciones, sistemas que fallan, colas interminables, precios inflados por la reventa, etc.
Con todo, la burbuja que está experimentando este sector tendrá que pinchar en algún momento. Si no lo hace, corre el riesgo de llevarse por delante su propia razón de ser, el disfrute de un espectáculo en directo. Por ahora, no acaba de resolverse la compleja interacción entre exclusividad, asequibilidad y el permanente deseo de vivir experiencias únicas.
Por Bruno Calvo, consultor sénior en Estudio de Comunicación