En comunicación interna, contar buenas historias siempre ha sido una herramienta poderosa para inspirar y motivar a los equipos. Sin embargo, los empleados valoran y exigen -como no podía ser de otra manera- coherencia entre lo que las empresas dicen y hacen. Por tanto, actualmente quedarse en el storytelling es hacer sólo la mitad del ejercicio. En comunicación interna no basta con decir cosas, hay que hacer cosas.
En ejemplos concretos, tendríamos aquellas empresas que dicen ser muy sostenibles pero que realmente no han demostrado iniciativas concretas en las que los empleados puedan participar activamente. Es decir, no basta con hacer una campaña sobre la importancia de la sostenibilidad y el compromiso con la misma sino ofrecer datos sobre el consumo de energía, la cantidad de materiales reciclados, las alternativas que la empresa pone a disposición de los empleados, etc. Y si se puede ilustrar con fotos, que muestren las acciones reales, aún mejor.
El storydoing también se puede aplicar a la cultura de una organización. Si una empresa comunica su compromiso con la equidad de género, puede respaldarlo con acciones como mentorías internas, análisis de brechas salariales y sesiones formativas sobre sesgos inconscientes.
Estas prácticas, demostrando que “hacemos”, no solo refuerzan la credibilidad, sino que también mejoran el engagement de los empleados. Al ver que la empresa practica lo que predica, se sienten más conectados y motivados para contribuir al éxito colectivo.
Por tanto, el storydoing se presenta como el puente que conecta los valores corporativos con la acción diaria. Y lo mejor de todo: permite a los empleados ser parte de la historia de la compañía.
Por Laura Alonso, consultora sénior en Estudio de Comunicación.