La Publicidad – Pavel Ramírez, consultor sénior de Estudio de Comunicación.
Si no te gusta lo que se dice, cambia la conversación». Para Don Draper, el inolvidable protagonista de la serie Mad Men (2007-2015), la clave para tener éxito en cualquier negociación es evitar aquellos puntos conflictivos que pueden perjudicarte o debilitar tus argumentos. Por eso, en un momento dado de la trama anima a desviar el foco de la conversación hacia aquello que más nos interesa. Esta es una estrategia inteligente a la hora de hacer negocios en la década de 1960, cuando se ambienta la serie, pero en pleno siglo XXI parece que tiene poca cabida, especialmente en las organizaciones que apuesten por la diversidad y la inclusión de todos sus miembros.
Aún más importante: en este último medio siglo, los empleados han pasado de ser la mera fuerza productiva de una empresa, a un activo estratégico para la propia compañía; un stakeholder más al que tener en cuenta a la hora de tomar decisiones desde la cúpula directiva. Sobre todo, a la hora de atraer y retener talento. De ahí que cada vez más empresas se estén preocupando por entender las necesidades que manifiesta su plantilla.
Existen mecanismos clásicos como la encuesta anual de clima, que tradicionalmente hacen los departamentos de RRHH. Sin embargo, en los últimos años han proliferado iniciativas más innovadoras a la hora de establecer canales y métodos de comunicación más eficaces: desde las plataformas digitales de feedback en tiempo real, que permiten a los empleados expresar sus opiniones de forma inmediata y anónima, hasta las sesiones de escucha organizadas por los líderes de equipo, donde se fomenta el diálogo abierto en un entorno seguro y colaborativo. También se han popularizado los talleres de cocreación, en los que los trabajadores participan activamente en el diseño de soluciones para problemas específicos de la empresa. Estas herramientas no solo mejoran la comunicación interna, sino que envían un mensaje claro a la plantilla: sus voces son fundamentales para el éxito colectivo.
Y es que los números hablan por sí solos. Según un informe de McKinsey de 2023, la comunicación eficaz hace que los equipos sean hasta un 25% más productivos, mientras que los empleados que perciben que sus superiores practican la escucha activa tienen un 72% más de probabilidades de estar comprometidos con la organización. ¿El problema? Que, según el Workforce Institute, un 86% de los empleados de todo el mundo se sienten ignorados por sus superiores. Es decir, que existe una evidente brecha en la comunicación entre jefes y empleados que, al menos hasta ahora, no se ha solucionado.
Las ventajas de la escucha activa. Quizás, para Don Draper la opinión de sus empleados no sea importante. Tal vez, porque hace 60 años no se sabía que la escucha activa no es solo una herramienta de comunicación, sino que implica un cambio de paradigma en las relaciones entre líderes y equipos. Implica algo más que oír; se trata de comprender, validar y responder a las necesidades de los empleados. Y, por eso, en un mundo empresarial cada vez más competitivo y globalizado, las empresas que priorizan esta práctica no solo obtienen mejores resultados financieros, sino que también construyen culturas organizativas más sólidas y resilientes.
Por todo ello, las principales ventajas de la escucha activa son, en primer lugar, la mejora del clima laboral: Los empleados que sienten que sus ideas y preocupaciones son valoradas reportan un mayor nivel de satisfacción y compromiso.
Algo que influye decisivamente tanto en la retención como en la captación de nuevo talento. También, la reducción de la rotación: Escuchar a los empleados puede ser una forma eficaz de identificar problemas antes de que escalen. Esto no solo reduce la pérdida de talento, sino que ahorra los costes asociados a la contratación y la formación de nuevos empleados. Por otro lado, el aumento de la innovación: Cuando los empleados se sienten escuchados, están más dispuestos a compartir ideas y sugerencias, impulsando la creatividad y la mejora continua dentro de la empresa. Otro factor es la mejor resolución de conflictos: Una comunicación más abierta y empática facilita el abordaje de tensiones internas antes de que se conviertan en problemas estructurales. Y, por último, el fortalecimiento de la reputación corporativa: Las organizaciones que son conocidas por escuchar a sus empleados tienen más probabilidades de atraer talento cualificado y retenerlo a largo plazo.
Estos beneficios no solo refuerzan la percepción de los empleados hacia la empresa, sino que también se traducen en ventajas competitivas tangibles para la organización.
Cómo implementar la escucha activa. La buena noticia es que la escucha activa no requiere inversiones tecnológicas complejas ni estrategias inalcanzables. Se trata, más bien, de pequeños gestos que comienzan desde la cúpula directiva. Implementar reuniones regulares de feedback, fomentar la participación activa en las decisiones del equipo o capacitar a los líderes en habilidades de comunicación son pasos clave hacia este objetivo. Porque, como hemos visto, los empleados comprometidos tienen un impacto directo en la productividad, lo que subraya la importancia de construir canales de comunicación efectivos… que empiecen siempre por la escucha activa.