La pandemia del Covid-19 es una crisis sanitaria sin precedentes en su magnitud y alcance que ha sometido y sigue sometiendo a una gran presión a los sistemas sanitarios de todo el mundo. Una pandemia con una enorme repercusión sobre ámbitos fundamentales, como la economía de los países, que, además, ha mostrado la importancia de contar con sistemas de Salud adecuadamente dotados y financiados. Una pandemia que ha puesto sobre la mesa la necesidad de invertir en innovación y cómo la colaboración público-privada puede ayudar a ser más rápidos y eficaces a la hora de encontrar soluciones más eficientes. Pero para que esto sea posible, se requiere del trabajo conjunto de los diferentes actores del entramado sanitario y que ninguno de ellos se ponga de perfil ante las enseñanzas que el devastador paso de la Covid-19 ha dejado en nuestro país.
Desde el primer momento de la crisis, la industria del sector salud (biomédica, farmacéutica y de tecnología sanitaria) fue considerada en España un sector esencial. Con su trabajo durante estos meses, este clúster empresarial ha tratado de posibilitar servicios y productos esenciales necesarios para luchar contra la pandemia, poniendo así sobre la mesa la importancia de contar con una industria nacional fuerte e innovadora que permita dar una rápida respuesta a las necesidades sanitarias, presentes y futuras, de la sociedad.
Son varios los retos a los que este tejido industrial ha tenido que hacer frente durante la pandemia, uno de los cuales fue tratar de evitar el potencial desabastecimiento en el suministro de fármacos y/o materiales. Para ello, en el caso concreto de la industria del medicamento, las compañías farmacéuticas pusieron a trabajar a pleno rendimiento, incluso durante las semanas más duras, las 82 plantas de producción que tienen en nuestro país con unos robustos planes de contingencia que funcionaron adecuadamente. Esto, junto con la colaboración establecida con la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), distribuidores y farmacias, facilitó que “los 25 millones de españoles que cada día toman al menos un medicamento para tratar sus dolencias los tuvieran y que fármacos que eran esenciales en las UCI de los hospitales no faltaran en ningún momento”, explicaba recientemente Martín Sellés, presidente de Farmaindustria, durante su comparecencia ante la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del Congreso de los Diputados. Asimismo, para evitar potenciales problemas de suministro, la industria farmacéutica también trabajó para que los fármacos que se producen en el exterior llegaran a España en tiempo y forma, “evitando acopios por parte de terceros países”.
Las compañías de tecnología sanitaria, por su parte, implementaron, de la mano de la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin) y en coordinación con el Ministerio de Sanidad, un Plan de Contingencia sin precedentes para incrementar la producción, importaciones a España y distribución de los productos sanitarios necesarios para responder a las necesidades del sistema de Salud. Algunas de las medidas de este Plan fueron, por ejemplo, el envío a las autoridades de información referente a empresas que podían suministrar los materiales necesarios y a empresas españolas que tenían partidas de productos pendientes de importación desde China, y la puesta en marcha de un Corredor Aéreo Sanitario. Desarrollado en colaboración con el Grupo Oesía e Iberia, gracias a este corredor, en poco más de una semana desde su puesta en marcha, se trajeron a España más de 100 toneladas y millones de productos sanitarios que posteriormente se distribuyeron en hospitales públicos y privados, entre otros lugares.
El segundo desafío al que hecho frente la industria del sector Salud ha sido la investigación. Para ello, ha movilizado una cantidad de recursos científicos y económicos sin precedentes y trabaja contrarreloj con el fin de dar respuestas de manera ágil a la Covid-19 en forma de vacunas, tratamientos y soluciones de diagnóstico. En este punto, cabe destacar el importante protagonismo de España, que, con más de 80 ensayos clínicos con medicamentos para luchar contra la pandemia en los que está previsto que participen más de 25.000 pacientes, es el país europeo que más ensayos ha aprobado y el cuarto a nivel mundial.
La pandemia está dejando valiosas enseñanzas, que, sin duda, deben ser tenidas en cuenta por parte de todos los actores del entramado sanitario. La primera es la importancia de contar con un sistema sanitario adecuadamente dotado y financiado, con presupuestos suficientes que garanticen la calidad, cohesión y equidad en todo el territorio. A este respecto, la industria de la Salud considera fundamental que España fortalezca su Sistema Nacional de Salud a través de un incremento de su financiación, que debería situarse, como mínimo, en el 7% del producto interior bruto (PIB), un objetivo que aparecía en los programas electorales de diferentes partidos políticos y que tal vez la Covid-19 ayude a cumplir. Y es que en la última década el gasto en sanidad pública en España ha bajado, representando en 2018 el 6,2% del PIB, mientras que en países como Alemania (9,5%), Francia (9%), Bélgica (8%) o Reino Unido (7,5%), que ya partían de niveles de gasto superiores, el gasto se ha incrementado. Parte de esta financiación debería dirigirse a potenciar los recursos que nuestro país dedica a I+D, solo un 1,24% del PIB, cuando la media de la Unión Europea está en el 2,2%.
Con la aparición del virus en China, pronto comenzó a preocupar el hecho de que el 40% de los componentes farmacéuticos activos internacionales se fabrican en ese país. De hecho, la pandemia también ha mostrado que tanto España como el resto de Europa y Estados Unidos dependen mucho de China e India. Para evitar o al menos reducir esta dependencia, las empresas del sector Salud señalan la necesidad de recuperar para España la producción de medicamentos y productos sanitarios. Así, por ejemplo, la industria farmacéutica propone trabajar con la Administración en una estrategia para identificar una serie de fármacos esenciales o estratégicos que sería bueno fabricar en España y buscar una fórmula que animara a las compañías a recuperar la producción para nuestro país. Esto sería positivo tanto desde el punto de vista sanitario como económico, ya que, por un lado, reforzaría el tejido productivo nacional y, por otro, facilitaría una mejor preparación para futuras emergencias sanitarias.
Una tercera enseñanza es que vivimos en un mundo en el que todo está interrelacionado y que lo sanitario tiene la capacidad de impactar de forma importante en otros ámbitos como el económico. Así, hemos visto cómo una crisis sanitaria provoca una crisis económica de enormes dimensiones y cómo vacunas, tratamientos y soluciones de diagnóstico podrían solucionar la crisis sanitaria y, en gran medida, la crisis económica. “Hemos percibido que somos más vulnerables y dependemos mucho más de lo que pensábamos de la Ciencia y de la investigación”, aseguraba Martín Sellés.
Generar riqueza para mantener el Estado de Bienestar
En un escenario de crisis sin precedentes, los Gobiernos enfrentan ahora el reto de reactivar la economía y generar riqueza para poder mantener el Estado del Bienestar y dar respuesta a las múltiples demandas sociales.
La industria del sector de la Salud es muy consciente de la dificultad que esto entraña, pero se muestra convencida del importante papel que también puede jugar en la reactivación de la economía española como motor del bienestar y la prosperidad.
“En la fase de recuperación es vital apostar por este sector y por reforzar el sistema sanitario, ya que invertir en Sanidad es invertir en la salud de los ciudadanos y también en preservar y proteger la economía y la productividad de nuestro país”, aseguraba Margarita Alfonsel, secretaria general de Fenin, en su comparecencia ante la Comisión de Reconstrucción Social y Económica del Congreso de los Diputados.
Es el momento de poner las ciencias de la vida en el corazón de la estrategia de reconstrucción de España para protegernos mejor frente a futuras emergencias sanitarias”, señalaba, por su parte, Ana Polanco, presidenta de la Asociación Española de Bioempresas (Asebio), en su intervención ante el mismo foro.
La industria de la Salud es una gran generadora de riqueza: Genera empleo de calidad, cualificado, duradero y bien remunerado; cada año invierte en España alrededor de 1.150 millones de euros en I+D (el 20% de toda la I+D industrial que se hace en nuestro país); y desempeña un papel tractor para muchos sectores auxiliares. Sólo la industria farmacéutica tiene 82 plantas de producción de medicamentos en nuestro país que producen por valor de 15.200 millones de euros, generando exportaciones por valor de 12.100 millones de euros (25% de toda la alta tecnología que produce y exporta España).
Con estos y otros datos sobre la mesa, este tejido industrial pide al Gobierno que apueste y potencie aquellos sectores que, como el sanitario, tengan un efecto dinamizador de la economía y puedan generar riqueza duradera en el país. Para ello, demandan un entorno predecible, un mayor reconocimiento de la innovación y mejorar el acceso de los pacientes a los medicamentos y tecnologías más innovadoras. En definitiva, planes y estrategias que ayuden a facilitar que vengan a España muchas de las grandes inversiones que cada año hace el sector farmacéutico a nivel mundial, ayudando así a mejorar la situación económica del país.
La industria del sector Salud defiende que, en este momento, España tiene la oportunidad de apostar en mayor medida por la Ciencia, por la innovación y por la investigación para caminar hacia un modelo productivo más competitivo y más generador de riqueza duradera. Para ello, es necesaria una estrategia a largo plazo liderada por el Gobierno y en la que todos los agentes del entramado sanitario trabajen coordinadamente.