De motor de la economía a desolación, en solo tres meses. El coronavirus ha teñido de negro la foto del sector turístico, con hoteles vacíos y aviones varados. La paralización de la actividad, derivada de la pandemia, ha castigado a un sector acostumbrado a pulverizar récords año tras año y a ser la gran tabla de salvación de la economía española. Hoy, el turismo afronta, de forma inesperada y vertiginosa, su peor crisis.
Las cifras son demoledoras: pérdidas estimadas de 83.000 millones de euros en 2020 (43.460 millones hasta junio), según la asociación empresarial Exceltur, para el sector que mayor contribución realiza al PIB, un 12,3% y que emplea a 2,7 millones de personas (el 13,5% del total).
España es un coloso mundial, tanto como destino turístico como por ingresos, sólo por detrás de Francia y Estados Unidos. Cerró el ejercicio 2019 con 83,7 millones de turistas (un 1,1% más que el año anterior) y 92.278 millones de euros de gasto (un 2,8% más). El Instituto Nacional de Estadística cifra el gasto medio de cada turista en 1.102 euros y en 154 euros diarios.
Reino Unido, Alemania y Francia suman la mitad de los extranjeros que eligen España como destino (40,4 millones), con Cataluña como la comunidad más visitada. Ahora, estos mercados, paralizados, miran recelosos hacia el exterior.
En el primer trimestre del año, con el eco de las primeras voces alertando sobre el coronavirus y con la decisión de confinar a la población, el turismo invirtió su tendencia alcista y registró un descenso del 25,6% en el número de turistas y del 23,8% en el gasto, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). A partir de este momento, la caída se vuelve vertiginosa, ya que en abril ni un solo visitante extranjero entró en España. Ahora, recién estrenado el verano el sector afronta la temporada alta a medio gas y de modo experimental.
La apertura de las fronteras no suaviza la debacle y los empresarios afrontan la reapertura con la mirada puesta en el Gobierno, que ha presentado un programa de apoyo al sector, consciente de que sin recuperación del turismo no habrá despegue económico en los próximos meses. El plan prevé una inversión de 4.252 millones de euros, de los que el 90% son créditos. Está focalizado en medidas laborales y de apoyo empresarial, así como de mejora de la competitividad y programas de formación.
El tímido contenido del Plan deja un sabor amargo entre los empresarios, que reivindican inyecciones de liquidez directas, bonificaciones fiscales y un mayor esfuerzo inversor, en consonancia con el peso en la economía de un sector que lleva meses sin facturar.
Las previsiones son muy malas y los turistas muy cautelosos. Por ello, los empresarios clavan su mirada en el turismo nacional como tabla de salvación, aunque de momento no haya motivos para la alegría. Solo el 27% de los españoles tiene previsto viajar este verano y escasamente un 13% se muestra dispuesto a subir en un avión. La tendencia apunta hacia una temporada en segundas residencias o viviendas de alquiler. La patronal apuesta porque el sector generará, en esta campaña, cerca de 90.000 empleos, una cifra testimonial para el primer sector económico español.
El turismo se ha revelado como vector estratégico en el comportamiento del PIB y de su evolución dependerá el perfil de la recuperación económica española. Esta dependencia ha llevado al Banco de España a advertir sobre el derrumbe de la actividad turística, responsable de la mitad de la caída del PIB. También la OCDE ha unido su voz a este coro al alertar de que la economía española será una de las más castigadas por la crisis del coronavirus, con una caída del PIB del 11,1 % este año, que dispararía hasta el 14,4 % en caso de una segunda oleada de la enfermedad, el peor comportamiento de todos los países desarrollados. El organismo internacional atribuye esta severa proyección al hecho de que el turismo y los servicios sean las palancas más castigadas en España.
Ahora, el factor decisivo para recuperar el turismo es desterrar la incertidumbre, generar confianza y, sobre todo, garantizar la seguridad sanitaria de los turistas porque todo lo demás -coinciden los expertos- conducirá al fracaso. Y es en este punto donde se intensifica la brecha entre las grandes y las pequeñas empresas, con menor músculo para garantizar las medidas higiénicas y de seguridad imprescindibles.
En medio de todo, las empresas tratan de vencer la tentación de iniciar una guerra de precios para captar clientes, lo que recortaría sus márgenes y su beneficio.
El sector turístico afronta un escenario desconocido, que ha paralizado operaciones empresariales y que necesita de los gobiernos y de los organismos internacionales para “resucitar”. De ello depende el 12,3% de la economía española y el 13,5% del empleo.