El español y la polisemia jocosa

Estas vacaciones, callejeando por una zona capitalina e industriosa me di de bruces con un cartel que me inquietó “Se necesita atracador en jeans”. Tenía en la cabeza muy reciente las hazañas bélicas de Juan Manuel Sánchez Gordillo en su guerra contra supermercados y bancos y me pregunté al punto si estaría reclutando gente para su partida. Pero no podía ser porque me encontraba en Lima y, pese al internacionalismo propio de la izquierda, me resultaba muy extraño. Así que pregunté y me informaron de que un atracador es alguien que cose botones. Así es al menos en el español de Perú.

La verdad es que la combinación de viajes y palabras polisémicas en una lengua como el español, hablada por varios cientos de millones de personas en decenas de países, resulta a menudo jocosa. Sigo teniendo en la memoria un cartel del DF de México que rezaba “Phohibido a los materialistas estacionar en absoluto” si hubiera estado en la universidad, no habría tenido ninguna duda sobre su profundo significado filosófico, pero como el cartel se encontraba cerca de una obra deduje que simplemente se trataría de un prohibido carga y descarga.

En la misma capital azteca es fácil encontrar carteles que nos hablan de una “riquísima polla con dos huevos”, pero el anuncio no se exhibe en ningún lupanar gay sino en zumerías y hace referencia a una bebida que es algo similar a un ponche pero con base de zumo.

Sin embargo la polisemia es omnímoda, basta que la palabra cruce una frontera para que adquiera nuevos hábitos semánticos así que uno no para nunca de aprender. En Chile, un anuncio, “Estas navidades sácate la polla y sé feliz”, me ponía en la tesitura de pensar si el publicitario instaba a los ciudadanos a consumir el citado ponche en la calle o quién sabe a qué… bueno, pues ni una cosa ni otra, simplemente hablaba de la posibilidad de que te tocara el gordo de la lotería de navidad.

Estudio de Comunicación, que abrió su primera oficina internacional en Argentina hace más de una década, tuvo pronto que cambiar el nombre de uno de sus productos, el manual de acogida, un instrumento muy útil para la integración de los recién llegados a las organizaciones pero que en el país austral sonaba más bien a acoso sexual, manual de bienvenida le llamamos ahora. En fin que estas polisemias jocosas y otras que no lo son ponen de manifiesto no sólo profundidad del español global sino también la profunda necesidad de que la comunicación tenga una base cultural totalmente enraizada en el país donde se desarrolla.

 

Por J. Alberto Mariñas, socio. Estudio de Comunicación.

@amarinas

 

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