Encontrar un nombre atractivo, fácil de recordar y que condense la esencia de un producto o una empresa es una tarea ardua, de la que depende el éxito de una marca.
El nombre es el primer contacto que tiene el público con un producto o una empresa, por ello, existen cada vez más profesionales especializados en naming y branding; porque la primera impresión es la que cuenta.
Según Kenny Cordova, director general de www.justgraph.com, las claves para elegir un buen nombre con el que construir una marca son:
-Elegir un nombre único y descriptivo: que evoque la idea clave de la marca y la ventaja diferencial del producto.
-Simple y corto: fácil de recordad ya que el mercado está saturado y es la única manera de que tu marca recale en la mente del público objetivo.
-Debe sonar bien: no basta con elegir la palabra adecuada que mejor describe tu actividad, debe ser fácil de pronunciar y que al consumidor no le resulte extraño al oírlo.
-Escoger un nombre que no se asocie con ninguna ubicación geográfica: sobre todo cuando queramos crear una marca internacional. También habrá que estudiar si el nombre que escogemos no tiene connotaciones negativas en otros países.
El nombre es el activo más valioso que puede tener a la larga una marca y desde luego hay empresas que invierten en ello. La industria farmacéutica puede llegar a gastar un millón de euros en todo el proceso creativo para la invención de un nombre para su nuevo fármaco. Empresas externas asesoran a los laboratorios para que marcas como Viagra o Prozac sean mundialmente conocidas. Los nombres de los medicamentos son todos cortos, pegadizos, globales, pero principalmente deben sonar bien en todos los idiomas.
Las referencias a las que se suelen remitir los creativos para dar a luz al nombre fantasía, como ellos lo llaman, son recurrir a sus raíces latinas, palabras hebreas y otras etimologías, para que el nombre no recuerde a otro producto ya existente. Por ejemplo, Prozac quiere decir el primero en reír, ya que pro- del prefijo griego protos significa primero y zac se relaciona con Isaac-Itzjak, que en hebreo significa risa. Viagra, el producto que Pfizer desarrolló para la disfunción eréctil, proviene del juego de palabras entre vigor y flujo (que recuerdan las cataratas del Niágara). Otro ejemplo menos etimológico y que reflejan las claves descritas anteriormente sería el de Frenadol, fármaco que como su propio nombre indica “frena” el “dolor” que pueda causar el resfriado.
Y como dice el refrán más vale prevenir que curar, y no sólo los resfriados, es importante contar con profesionales expertos que puedan ayudar a crear el nombre adecuado para un nuevo producto. Este consejo lo deberían aplicar en la industria automovilística para que no ocurran casos tan sonados como el del Mitsubishi Pajero, que en los países hispanohablantes tuvo que ser modificado por Montero. Pero los automóviles japoneses no aprenden la lección y ahora podemos encontrar en el mercado al nuevo Nissan Moco y el Mazda Laputa, nombres con connotaciones negativas fuera de sus fronteras, que siguiendo las instrucciones anteriores se podrían haber evitado.