Manuel del Pozo publicaba en su columna de opinión en el diario Expansión un articulo con el titulo ‘Todavía no sé para qué sirve Facebook’ en el que, con mucha gracia, hacía una reflexión sobre el uso de las redes sociales y las nuevas tecnologías en el mundo actual.
Después de señalar que aún desconoce cuál es la funcionalidad de redes sociales como Facebook, además de para comunicarse con los amigos, “compartir fotos, alardear” o para mantener conversaciones insustanciales, reconoce que es difícil quedarse fuera de algo que “seduce a 10 millones de españoles”.
Como dice el director adjunto de Expansión, “esto de la tecnología es un tren apasionante, pero va tan deprisa que tengo la sensación de ir a rastras agarrado con una mano al estribo. Espero no quedarme descolgado”. Ahí está uno de los retos de la comunicación actual. Las nuevas tecnologías están poniendo en nuestras manos unas herramientas con unas posibilidades hasta ahora desconocidas. Nos permiten llevar nuestros mensajes a muchos más interlocutores por múltiples canales y mantener una relación directa con cada uno de ellos. Ahora bien, parece que estamos sólo en el comienzo de esta nueva realidad. Ahora, hemos de ser capaces de adaptarnos, de reflexionar de buscar nuevos usos que conviertan a estas herramientas en verdaderos canales de comunicación con nuestros lectores, clientes, empleados, seguidores, amigos y que no se queden en instrumentos al servicio de la frivolidad.
Y hacerlo con rapidez, porque la tecnología circula a un ritmo mucho más rápido del que nosotros somos capaces de vislumbrar y nos obliga, nuevamente, a cambiar. Nuestra capacidad de adaptación ha de producirse al tiempo que se producen los cambios tecnológicos si no queremos que nos adelante el tren del progreso y nos quedemos en la estación sin posibilidad de proseguir nuestro viaje.