Los Reyes ya han llegado y su marcha, que de niña me entristecía porque me tocaba colgarme la mochila y regresar al cole, ahora me duele muchísimo más porque el regreso es al trabajo, en lo más duro del duro invierno. Y en mi regreso, entre los papeles apilados, doy con un recorte del 22 de diciembre sobre la reforma del Código Penal que, prácticamente desde la Nochebuena, tipifica como delito de prisión la propagación de especulaciones económicas a sabiendas de ser falsas.
Lo que verdaderamente me llama la atención de este cambio legislativo es que la mayor parte de expertos asegura que la modificación trata de atajar los dañinos falsos rumores económicos y empresariales que han proliferado, fundamentalmente, a través de Internet en foros y redes sociales.
Y para mí, que me dedico a la comunicación, más allá que la posible sanción del delito de abuso de mercado, la verdadera noticia está en que una vez más se pone de manifiesto el protagonismo que tiene Internet. Hace tiempo que no tengo dudas de que éste es el canal para comunicar por excelencia. Dicho lo cual, lo que sí me genera dudas es la aplicación de esta ley, pues acostumbrada a navegar en foros y sabiendo cómo muchos de ellos funcionan, veo complicado que se pueda perseguir con éxito este delito.