El Publicista, 20/01/2011.- Artículo de Garbiñe Plazas, consultora senior de Estudio de Comunicación. Puede ver la reseña o acceder a El Publicista.
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¿Dónde está hoy esa audiencia millonaria a las nueve de la noche? La explosión de medios y el protagonismo de internet han supuesto una fragmentación de audiencias sin precedentes y la repuesta a esa pregunta es, cuando menos, variopinta: hay quien sigue sentado ante la pantalla de plasma del televisor, quien zapea, quien opta por programas enlatados… pero, por encima de todo, el gran cambio es la audiencia trasvasada a internet, a las redes sociales, a las nuevas fórmulas multimedia.
Quienes trabajamos en el mundo de la comunicación empresarial, cuando trabajamos en un asunto de relaciones con la prensa, tenemos un target más restringido que los Mad Men de los años sesenta, fumadores empedernidos y ajenos al teléfono móvil, la Blackberry, el iPad, el iPhone… Nuestro objetivo son los propios medios de comunicación para, a través de ellos, acceder a la opinión pública. Las reglas son distintas y la incógnita es ¿cómo llegar a la audiencia en época de fragmentación?
A la hora de comunicar es imposible despreciar las redes sociales. En primer lugar, porque su uso ha crecido un 500% en España en el último año y porque la juventud de sus usuarios augura una creciente presencia en el mundo de la comunicación. También por los negros augurios que visionarios de las nuevas tecnologías, como Nicolás Negroponte, hacen para los soportes tradicionales. “La prensa escrita -vaticina con rotundidad- morirá en 2015”.
Tenemos que aceptar, por tanto, que al relacionarnos con la prensa jugamos una nueva partida con diferentes reglas de juego. Insertar enlaces y links con vídeos o imágenes ha dejado de ser un capricho, como lo ha dejado de ser la necesidad de crear canales de comunicación empresarial en Facebook, Tuenti o Twitter. Pero, sobre todo, la interactividad, la concepción de la comunicación como diálogo está cambiando radicalmente las relaciones, y los jóvenes periodistas, uno de nuestros targets decisivos, forman ya una avanzadilla que es preciso seguir, atender y mimar.
También las empresas han empezado a cuidar a las redes sociales, porque intuyen su poder como herramienta de marketing directo o su naturalidad para prescribir productos y servicios de forma ágil, rápida y aparentemente sin intermediarios.
No es casualidad que Zara haya apostado fuerte por Facebook donde sumó un millón de seguidores en pocas semanas, que Telefónica haya comprado Tuenti, que en el plazo escaso de un año prácticamente todas las grandes compañías de consumo se hayan apresurado a buscar seguidores en las redes sociales o que El Corte Inglés esté llevando a cabo una «revolución silenciosa» en internet.
Las redes sociales han llegado para quedarse y probablemente para quienes trabajamos en el mundo de la comunicación todavía son sólo un iceberg: al igual que los grandes bloques de hielo sumergidos, de momento sólo vemos una séptima parte de su potencial de comunicación. Y si en los años setenta la tele en prime time era ineludible, hoy las redes sociales son herramientas imprescindibles para la comunicación empresarial.
Entonces, nadie dudaba de que entre septiembre y mayo, la inmensa mayoría de los potenciales consumidores estaba ante la pantalla de la televisión entre las ocho y las once de la noche atentos a la programación. Los anuncios eran caros y su eficacia dependía de la habilidad de los creativos, pero la misión de comunicar se había cumplido.
Para los chicos y chicas de la agencia de publicidad Sterling&Cooper, protagonistas de la serie Mad Men ambientada en un nostálgico Nueva York de los años sesenta, el arte de vender era relativamente sencillo. Para acceder a su público objetivo bastaba con anuncios en prime time en las cadenas de televisión y así se aseguraban que su mensaje sería trasladado a los millones de personas a los que era necesario llegar.