De lo personal y lo profesional

 

Marcas, empresas, políticos, instituciones, medios de comunicación, profesionales y personalidades… Nadie se escapa de la influencia de las redes sociales y todos queremos estar ahí, pues la creencia, cada día mas común, nos dice que no tener un perfil en Twitter, Facebook, LinkedIn, Google+ o Youtube, por citar las más conocidas, es no existir, al menos para una parte del mundo.

El problema viene cuando la presencia en redes sociales supone un verdadero desdoblamiento de la personalidad. Veamos: ¿los seguidores del presidente de la Junta de Extremadura, José Antonio Monago, lo hacen por conocer de primera mano sus opiniones y experiencias como gestor y dirigente de una Comunidad Autónoma o porque creen que su vida personal y social es muy interesante? Sinceramente, lo desconozco. Pero si fuera por lo segundo, a nadie le hubiera importando recibir un tuit automático sobre un nuevo record en un juego online. Quizás, al contrario, le hubieran buscado en Game Center como usuario a batir.

Experiencia similar ha pasado recientemente la ministra de Empleo, Fátima Báñez, quién se reveló como una experta en el Bubble Shooter Adventures. En estos casos, los políticos recurren a sus hijos, y sus “travesuras”, para explicar esa destreza “jugona” que se le supone al titular de la cuenta.

Cuando nuestra presencia en las redes sociales no responde a nuestro plano personal y social sino al profesional, ésta debe ser gestionada de forma cuidadosa, pues nuestras opiniones y comentarios tienen influencia en la reputación e imagen de la empresa o institución a la que representamos. Es en estos casos cuando nuestra presencia debe estar gestionada de la misma forma que se planificaría una entrevista en periódico, radio o cadena de televisión.

Esta planificación no supone, ni mucho menos, elaborar un producto enlatado, falso, cuyo único objetivo es vender (una idea, un producto, una empresa, una ley, etc.). Al contrario, supone  tener claro por qué estamos en las redes sociales, quiénes son nuestros seguidores, qué temas son de su interés y cuáles son sus inquietudes.

Terminaré aplicándome el cuento pues, si están leyendo esto, lo hacen porque formo parte del equipo de una empresa que lleva casi 30 años dedicándose a la comunicación. Por lo tanto, suponen que algo he aprendido en estos años trabajando codo con codo con excelentes periodistas y comunicadores.

No obstante, les advierto que tengo una hija de cuatro años que suele jugar con mi móvil a Angry Birds. Si reciben un mensaje tras haber superado un nivel, por favor, sean benévolos.

 

Por  Tamar Salazar, consultora senior.

@TamarSalazar 

 

Foto: thethreesisters

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