Dice Elsa Punset en su último libro Una Mochila para el Universo que “los humanos nos pasamos dos terceras partes de nuestras vidas de cotilleo, es decir, que cotilleamos más que dormimos o comemos”. Sinceramente, nunca le hubiera dado ese calibre al mundo del cotilleo, pero quizá con este dato se entiendan mejor, por ejemplo, la proliferación de ciertos programas de televisión o lo que sucede hoy en día en corporaciones serias y relevantes.
Si tomamos como cierto lo anterior, es decir que somos cotillas por naturaleza, deberíamos también adoptar estrategias de Comunicación que tuvieran este axioma presente, porque tal y como señala Punset en su libro “el cotilleo tiene una parte oscura… puedes utilizar información o inventarla para machacar la reputación de alguien, tal vez alguien que es un rival o al que detestas por pura envidia”.
Y, lamentablemente, lo anterior en tiempos de crisis como los actuales se multiplica exponencialmente. Crisis económica que se traduce en crisis de valores y también en muchos casos personales, por frustraciones, desengaños personales y otro sinfín de razones. Las crisis se pueden afrontar esencialmente de dos formas: como lo hacen los valientes, viendo las oportunidades, o como los mediocres, viendo siempre el vaso no medio vacío sino vacío completamente. En ese sentido, y aludiendo claramente a la forma en que se afrontan las situaciones, afirma Punset que “aunque nuestra cultura admira la innovación, es dura con el fracaso, así que los innovadores, especialmente en el mundo corporativo, tienen que aprender a serlo a riesgo de ser impopulares”.
Cada día encontramos en los Medios informaciones de cómo las empresas buscan fórmulas de supervivencia, mediante mejoras de la productividad, recortes de salarios y otras medidas más o menos acertadas cuyo nexo de unión es que todas ellas afectan de un modo u otro a las condiciones laborales de las personas. No es difícil encontrar la relación entre crisis y problemas de Comunicación. Empeoramiento de las condiciones laborales igual a caldo de cultivo de cotilleo y malas praxis.
La receta es bien sencilla: invertir en Comunicación, Comunicación y después más Comunicación. La implementación de estrategias serias y fundamentadas de Comunicación Interna es la única vía para evitar que rumores y cotilleos mal intencionados ocupen el hueco que deja la ausencia de información. Comunicación es información, pero también es motivación. No dejemos que los mediocres conviertan a los innovadores en impopulares y lo que es peor que se apoderen mediante el cotilleo del patrimonio de la Comunicación.
Por Juana Pulido, consultora sénior. España
@juanapulido