Mientras que en el ámbito de la comunicación externa, las empresas son cada vez más conscientes de que estar en las Redes Sociales no es una cuestión de elección (la presencia en la Red se puede dar a pesar de no promoverla proactivamente), en materia de comunicación interna no es tan claro.
Las razones para justificar la no implantación de Redes Sociales Internas son de lo más heterogéneas. Entre las más habituales destacan la preocupación porque estas herramientas influyan negativamente en la productividad de los empleados, que se conviertan en lugares de cotilleo, que la inversión necesaria no se vea avalada por lo resultados o que los empleados no van a querer participar compartiendo sus conocimientos o inquietudes, entre otras.
Pero hay otra razón, que muy pocas veces es confesada abiertamente por las organizaciones y que tiene que ver con la pérdida del estatus interno. Según el diario Le Monde, en el seno de las empresas se teme que la jerarquía vertical, en la que se basan la mayoría de las empresas, dé paso a una jerarquía horizontal donde todos los empleados compartan una misma información y estatus.
Sin embargo, según un estudio de McKinsey Global Institute los beneficios de estas redes son muchos. En el informe señalado se afirma que las empresas que confían en el empleo de software social pueden permitir el intercambio de información y potenciar la colaboración hasta aumentar la productividad del personal un 20-25%. Dicho intercambio de información es directo, lo que permite tratar ciertos temas que los empleados no se atreven a contar cara a cara y establecer soluciones para evitar posibles conflictos internos.
Por Juana Pulido, consultora sénior, ESTUDIO DE COMUNICACIÓN España.
@juanapulido
Foto: Frau Hölle