La política obliga. Lo venden como “el mejor dato de agosto desde 2000”, “brotes verdes”, “hemos tocado fondo” (que lleva implícito el ‘ahora sólo se puede ir a mejor’)… El Gobierno y sus distintos portavoces parecen lanzar las campanas al vuelo con la caída del paro en agosto en España, la primera desde 2000 en el citado mes. Algo es algo, pero la realidad es que esa caída es de sólo 31 parados, una cifra que, salvo para ellos, las 31 personas que han logrado encontrar empleo, resulta insignificante si se pone en contexto: España aún tiene 4,7 millones de personas sin empleo.
Desde el punto de vista de la Comunicación, es precisamente ese triunfalismo exacerbado ante una cifra que se antoja minúscula lo que resta credibilidad a los políticos. No se puede vender un dato pequeño como un gran triunfo. Eso ya no cuela. La opinión pública está muy escamada con los políticos y sus verdades sesgadas, las hipérboles en los datos y demás mensajes grandilocuentes. Especialmente, cuando entre los grandes titulares de los periódicos siguen estando temas de presuntas corruptelas (con cifras que sí son realmente graves). En el mundo empresarial, esa forma grandilocuente de comunicar no tiene tampoco cabida.
Por tanto, en Comunicación, si la estrategia va dirigida a inflar la interpretación de los datos obtenidos, el mensaje se te vuelve en contra. El tiro te sale por la culata y se logra el efecto contrario al pretendido: la credibilidad resulta dañada y debilitada. Quizá sea esa una de las claves de la mala imagen que tienen los políticos en España.
Por Juan Francés, consultor sénior de Estudio de Comunicación España.
Foto: julian rebollo perez