#Redes sociales: Perfiles

Desde que las redes sociales se implantaron en nuestra vida, tanto la personal como la profesional, hemos tenido que aprender a lidiar con determinadas circunstancias, alguna de las cuales aún no tenemos todos muy clara: la pública exposición de nuestras cosas particulares. Esto afecta a diversas áreas, así que permítaseme centrarme en cómo entendemos -o no- los perfiles.

La primera decisión que suele tomar un profesional que se inicia en cualquier red social es si su perfil debe ser prioritariamente relativo a su trabajo, dedicado mayoritariamente a sus cosas y opiniones profesionales o si se abre un usuario personal y otro profesional. Todo ello parte de un cambio de timón radical que afecta a nuestra personalidad social “analógica”. Y me explico: todos, sobre todo quienes tenemos una trabajo que implica relacionarse a diario con otras personas (compañeros, clientes, proveedores…), nos “movemos” de una determinada forma en nuestro entorno de trabajo y de otra diferente en nuestra vida personal (familia, amigos…). Según esto, la mejor decisión de esa persona que quiere estar en Facebook, Twitter, LinkedIn y demás, sería obtener un perfil por cada estado (trabajo y, digamos, resto del tiempo).

Y es aquí donde llega la gran diferencia: nuestra vida personal -es decir:  «privada»– la compartimos, en el mundo real, con un círculo reducido de personas que nos conocen y nos aceptan como somos. Frente a ellas, nuestras opiniones, salidas de tono, bromas o disgustos forman parte de lo que en el primer párrafo definía como “cosas particulares”. Si decidimos expresarnos de igual manera en un perfil de cualquier red social, lo personal se hace público (con matices por los grados de protección que se marquen, claro; aunque nada es seguro). Sólo, y es una opinión, si el perfil profesional es muy restrictivo, por imposición de la empresa en la que se trabaje, se justifica un segundo perfil personal.

¿Nos quedamos sólo con el profesional, por tanto? Vale, pero que todo el mundo que nos localice sepa que estamos ahí, en esa red social donde nos ven, como el médico, abogado, periodista, ingeniero, comercial, bancario, asesor… que somos. La prudencia nos indicará qué parte de “nuestras cosas particulares” podemos incluir en dicho perfil sin perjudicar nuestra imagen o la de nuestra empresa.

Hasta qué punto estas cosas no las tenemos aún muy claras, que decía al principio, lo marca una simple anécdota: la cantidad de personas conocidas (de la vida particular) que se sienten ofendidas porque desde nuestro perfil profesional no aceptamos sus solicitudes de amistad, no somos seguidores suyos o no retuiteamos su opinión política o deportiva.

Por Jesús Ortiz, consultor sénior de Estudio de Comunicación España.

@JesOrtizAl

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