¿Nos estamos perdiendo o ya estamos perdidos? Lo cierto es que en muchas claves de la Comunicación no nos encontramos.
Por ejemplo, a basurientos comentarios en las redes sociales les llaman periodismo social, cuando son más antisociales que periódicos, que ya es decir. Los utilizan presuntos delincuentes (aún) para insultar, amenazar, cuando no a ensalzar o colaborar en graves delitos aferrándose a una supuesta libertad que no les puede amparar la impunidad que se conceden a sí mismos. Sucede no solo en el yihadismo militante sino, también, en otros radicalismos patrios. Se critica después que jueces y policías, en cumplimiento de la ley, “metan sus asquerosas narices” y sus troyanos en “tan noble conquista de libertad”. Traigo al recuerdo un sencillo refrán del castellano para su consideración: “Al pan, pan, y al vino, vino”
Otro ejemplo, se ríen como ocurrencias divertidas todo tipo de barbaridades, que escapan de un mínimo rigor lógico en flagrante desprecio a la inteligencia de los ciudadanos: datos que no resisten su verificación, presunción (de presumir) de profundos conocimientos de teorías científicas de las que no se conoce ni el nombre del autor, o de libros inventados y no por confusión. Otro refrán para la ocasión: “Dime de qué presumes y te diré de que careces”.
El tercero: cerrazón absoluta a escuchar cualquier argumento o explicación del otro cuya idea no compartimos, tanto en política como en periodismo, sobre todo el tertuliano, y desprecio absoluto cuando no tenemos más remedio que oír sin escuchar. “No hay más sordo que el que no quiere oír”.
Conviene tener en cuenta estas frases tan claras y sencillas acuñadas por la sabiduría popular para que, a medida que se multiplican exponencialmente fuentes y emisores de la información y de sus intérpretes en clave de opinión, los árboles, cada vez más numerosos, sí nos dejen ver el bosque.
Por Ramón Almendros. Director de Estudio de Comunicación. España
@ramon_almendros