Fake news: La velocidad de la mentira en Twitter

Un reciente estudio de investigadores del MIT señala que la propagación de las noticias falsas es mayor y más rápida que la de las noticias contrastadas. No es ninguna novedad que los usuarios y profesionales de la comunicación navegamos entre movimientos globales de desinformación que han cobrado una gran relevancia mediática y política en los últimos meses: las llamadas fake news. Sin embargo, me sigue sorprendiendo la capacidad de la mentira para calar en el imaginario colectivo.

El informe, que analiza 126.000 tuits publicados en la red social Twitter entre 2006 y 2017, confirma que las informaciones falsas reciben un 70% más de retuits. Ello produce un efecto multiplicador que ayuda a difundir el rumor. Pero, en un mundo digital que permite un acceso universal e inmediato a la información contrastada, ¿cómo es posible que la mentira tenga una sombra tan alargada?

Pese a la falta de recursos económicos en las redacciones, los Medios están haciendo grandes esfuerzos por atajar este grave problema que afecta a su credibilidad, y aprovechar la oportunidad de erigirse en “referentes de los hechos”. En 2017, Medios internacionales de reconocido prestigio por su imparcialidad y su precisión en la transmisión de las noticias, como la BBC, creaban ejércitos de fact-checkers dedicados a comprobar la veracidad y el origen de la información y las fuentes en redes sociales. Todos los Medios publicitaron sus esfuerzos por combatir las fake news y educar a los usuarios en la importancia de diferenciar entre hechos y opiniones. Campañas visuales como “facts first” (los hechos primero, en inglés) de la cadena estadounidense CNN fueron muy sonadas. En el vídeo aparecía un plano fijo de una manzana y un texto debajo que decía: “Esto es una manzana. Algunas personas podrían intentar decirte que es un plátano. Podrían gritar “plátano, plátano, plátano”. Y hacerlo una y otra vez. Podrían poner PLÁTANO en mayúsculas. Incluso podrías comenzar a creer que esto es un plátano. Pero no lo es. Esto es una manzana”.

No solo los Medios, los propios canales digitales por los que se difunde la información, como Facebook o Twitter, intentan nuevas fórmulas para frenar la desinformación. Recientemente, Twitter comunicó que no permitirá que los usuarios utilicen software para realizar diversas acciones al mismo tiempo, una táctica utilizada por cuentas que promueven noticias falsas. Por su parte, Facebook se basó en tres pilares para atajarlo: acabar con los incentivos económicos, crear nuevos productos para frenar la difusión de noticias falsas y ayudar a tener más información antes de tomar decisiones. Sin embargo, la solución no es fácil. Lanzar campañas de concienciación o declarar la guerra a las noticias falsas, no es suficiente.

Los usuarios, con la ayuda de los algoritmos, tienden a desarrollar comunidades fuertes y bien definidas en torno a los Medios de comunicación que coinciden con sus ideologías y, por tanto, tienden a conectar solo con personas y Medios de ideas afines. Existe, por tanto, el peligro de que los usuarios se muevan en una echo chamber, o una burbuja informativa digital, que filtra la información que respalda en gran medida las opiniones que sus usuarios ya tienen. Así, se beneficia un sistema cerrado que censura visiones distintas a las que ya tenemos. La echo chamber (cámara de eco o burbuja informativa digital) es, por tanto, el perfecto caldo de cultivo para que proliferen las fake news.

Las redes sociales han cambiado drásticamente la forma en que consumimos las noticias y nos formamos opiniones. Son un canal perfecto para acceder a todo tipo de artículos e información de cualquier tema. Sin embargo, parece que los consumidores de información no hemos sabido aprovechar las oportunidades que nos brindan y nos comportamos igual que en la era pre-internet. Antes, nos dedicábamos a leer el mismo periódico por afinidad ideológica o costumbre, a comentar las noticias políticas y empresariales con el mismo círculo de personas. Ahora lo hacemos igual, solo que digitalmente. Si bien no es nada nuevo, las redes sociales nos aportan la capacidad de ir más allá y acceder a información de calidad y contrastada por parte. ¿Es deber del usuario comprobar la información que lee y comparte? Tal vez no, pero sí que está en nuestro tejado hacer el esfuerzo de estar bien informados… y de no convertirnos en cómplices necesarios.

Por Aída Prados, consultora sénior de Estudio de Comunicación España.

@prados_aida

 

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