Hace unas semanas saltaba a los medios de comunicación la noticia de que la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, inauguraba su presencia en la red de microblogging más famosa del universo: Twitter. En tan poco tiempo, el casi centenar de mensajes subidos a la red, mayoritariamente en español e inglés, también en portugués, se circunscriben en una gran mayoría a la contribución de las mujeres al ámbito laboral, a las dificultades para la conciliación laboral y familiar y a resaltar iniciativas en el área del emprendimiento y del desarrollo social, muchas de ellas protagonizadas por mujeres, o la cultural.
La incursión de la presidenta de una de las primeras entidades financieras mundiales en Twitter parece seguir una tendencia imparable en todas las áreas de actividad. Inevitablemente, Twitter se ha convertido para bien o para mal en el ágora pública en el que personas privadas o públicas, anónimas o mundialmente conocidas, reflexionan sobre la actualidad, comentan acontecimientos o aportan ideas. La Reina Isabel II, el Papa Francisco son algunas de las figuras universales que han ido sellado en los últimos años el abrazo digital con esta omnipresente red social.
En el ámbito empresarial español, la presencia de los principales directivos en Twitter continúa siendo todavía relativamente escasa, sobre todo, si se compara con otros países. El último informe elaborado por Estudio de Comunicación sobre la presencia de las empresas del Ibex 35 en el entorno digital constataba precisamente que tan solo un 4,5% de los CEOS o presidentes tenía cuenta en Twitter.
Las razones para estar o no estar en esta red social tan controvertida son diversas y hay tantas ventajas como inconvenientes para recomendar al directivo de una gran empresa que abra una cuenta en Twitter.
Es cierto que Twitter se convierte en determinas ocasiones en un campo de batalla que a veces engulle como un maremoto incluso a los que contemplan la tormenta desde la orilla. Son sobradamente conocidos los ejemplos de CEOS o presidentes de empresas que se han visto en el disparadero por opinar incluso sobre cuestiones ajenas a su cometido profesional porque inevitablemente cualquier opinión personal se identificará con la de su empresa.
Estar en Twitter no implica necesariamente tener que opinar sobre lo divino o lo humano. En este sentido, el cultivo de una faceta determinada o tema específico en sus mensajes como está haciendo Ana Botín, centrando sus comunicaciones en el elogio de la diversidad y el apoyo de iniciativas en pro de la igualdad y el progreso, es una opción inteligente y beneficiosa.
Por Adolfo Lázaro, director en Estudio de Comunicación España.