La propagación de Internet y las redes sociales entre los jóvenes, con unos hábitos de lectura y escritura rápida, es el caldo de cultivo perfecto en el que las faltas de ortografía se desarrollan en la sociedad actual.
Pero la gravedad del problema no afecta sólo a las personas con estudios básicos, sino que se ha extendido como un reguero de pólvora entre los licenciados españoles. De hecho, en nuestro país el 41% de los jóvenes cuenta con estudios universitarios, frente al 43% de la media de la OCDE, y su nivel ortográfico es, cuando menos, muy mejorable.
Así lo atestiguan, al menos, los catedráticos de carreras nada sospechosas de no trabajar con letras, como es el caso de Filología, Literatura o, incluso, de aquellos licenciados en magisterio que optan a plazas de maestro en educación primaria o de profesor de secundaria que, en muchos casos, están quedando desiertas por el aluvión de faltas de ortografía cometidas por los aspirantes en los exámenes.
Ante esta situación se produce el dilema de levantar la mano cuando el contenido es correcto, aunque esta actitud cuenta con grandes detractores ya que no se trata, en múltiples ocasiones, de que se cometan faltas más o menos leves, sino de que las mismas van aparejadas de un nivel de redacción realmente flojo.
Antiguamente si un profesor suspendía a muchos alumnos no pasaba nada, más allá de una merecida fama de estricto. Sin embargo, hoy en día se le llega a considerar un mal profesor, por lo que muchos educadores optan por adoptar una actitud más laxa ante esta epidemia generalizada de gazapos.
La ‘habilidad’ de los auto correctores de teléfonos móviles, tabletas y ordenadores que, en demasiadas ocasiones, realizan el trabajo ortográfico de los textos, unido a que a veces se escribe voluntariamente de forma incorrecta para no ser mal vistos por el entorno, supone un escenario complicado para luchar contra esta lacra lingüística.
No hay que olvidar que, como afirmaba el escritor Julio Llamazares, “si no manejas los instrumentos de la expresión, terminas empobreciendo tu pensamiento o al menos su transmisión. Escribir y hablar bien sirve para expresar mejor tus ideas, no es un capricho”.
En Comunicación es muy importante el fondo, pero también la forma es relevante. ¡Lo bien hecho bien parece!
Por Fernando Geijo, director en Estudio de Comunicación España.
@fergeijo