Triste panorama enfrentan los medios en la celebración del 27º Día de la Libertad de Prensa

Marca2.0.- El mundo celebró el domingo pasado la edición 27 del Día Mundial de la Libertad de Prensa, ensombrecido por la represión y asesinatos de periodistas en varios países y con la proliferación de fake news, que demeritan el trabajo periodístico.

Fue en 1993 que la Asamblea General de las Naciones Unidas, por iniciativa de los países miembros de la Unesco, proclamó el 3 de mayo como Día Mundial de la Libertad de Prensa, con la idea de “fomentar la libertad de prensa en el mundo al reconocer que una prensa libre, pluralista e independiente es un componente esencial de toda sociedad democrática”. Esa fecha recuerda la instauración de la Declaración de Windhoek sobre libertad de ejercicio del periodismo.

En esta ocasión, Christophe Deloire, Secretario General de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) dijo en el contexto de la pandemia que agobia al mundo que “los gobiernos autoritarios ven en la crisis sanitaria la oportunidad de (…) imponer medidas que sería imposible adoptar en condiciones normales”

En el informe que emitió recientemente RSF, dice que “estamos entrando en una década decisiva para el periodismo, exacerbada por el coronavirus”.  Identifica cinco retos que a su entender enfrentará el periodismo a lo largo de la década que está iniciando, mismos que comentamos a continuación:

Una crisis geopolítica, que afecta al ejercicio de la libertad de prensa en el mundo. En los regímenes autoritarios tratan de restringir la difusión de la información y con ello impiden un periodismo independiente. Lo hemos visto en China. De allí el retraso con el que se alertó al mundo sobre la propagación del virus, lo cual, según los especialistas, impidió la toma de medidas oportunas que habrían evitado decesos en muchos países.

Una crisis tecnológica, ya que la falta de regulación adecuada del contendido en la web ha provocado un caos en internet, por lo que propaganda, publicidad, rumores e información periodística conviven en el mismo nivel. La pandemia ha sido un caldo de cultivo ideal para la difusión de información de todo tipo, ante la desinformación provocada por la propagación de rumores y de contenidos carentes de sustento.

Las fake news constituyen también un problema para la libertad de expresión, un virus tan peligroso como el que causa el COVID-19. Se sabe que hay ejércitos de troles que se dedican a difundir noticias falsas, incidiendo en alarma para la población.

Una crisis demócratica, porque desde hace dos años existe una crisis generada por la hostilidad hacia los periodistas, que no ha dejado de acentuarse. Lamentablemente la hostilidad en muchos casos se ha convertido en odio y ha motivado conductas represivas y asesinatos de periodismo. Sobran ejemplos de ello. El saldo de periodistas que han perdido la vida en el ejercicio de su profesión lamentablemente ha crecido exponencialmente.

Una crisis de confianza en los medios de comunicación ha seguido alimentándose. Durante el año pasado, el 57% de las personas consideran que el medio de comunicación que consultan como referencia puede difundir noticias falsas, según datos de RSF. La confusión reinante durante la pandemia ha inhibido la selectividad de fuentes por parte de las audiencias, que por un lado no distinguen entre la información que reciben de los medios y la que llega de fuentes no confiables, porque también hay casos de medios irresponsables que difunden información que circula en redes sociales, sin cerciorarse de su veracidad.

Una crisis económica, ya endémica en los medios de comunicación en todo el mundo, provocada por la caída en las ventas y la disminución de los ingresos por publicidad, así como el aumento de los costos de distribución y fabricación. Este fenómeno no comenzó con la pandemia, pero sí se ha acentuado con ella, obligando a muchas redacciones a recortar personal. RSF indicó que en la última década se han perdido la mitrad de los puestos de trabajo en Estados Unidos. Con frecuencia nos enteramos que la crisis económica ha obligado a que varios medios abandonen su edición impresa y se enfoquen sólo en la digital, con la consiguiente pérdida de ingresos y presencia, que implica un debilitamiento de los mismos. En su informe, RSF dice que “esto no solo tiene consecuencias sociales, sino que también afecta a la libertad editorial de los medios de comunicación en todos los continentes. Los diarios que afrontan dificultades económicas tienen menos capacidad para resistir las presiones”

En el informe de marras, RSF dice que “la pandemia del COVID-19 resalta y amplifica las múltiples crisis que amenazan al derecho a una información libre, independiente, plural y fidedigna”. ¿Será que en la “nueva realidad” que viviremos después de la pandemia se acentuarán los lastres de la censura, la represión y la proliferación de fake news? No es un buen panorama para la democracia ni para enfrentar la crisis que necesariamente provocará la tragedia sanitaria.

 

Por Carlos Bonilla, Socio en AB Estudio de Comunicación

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