El mundo se encuentra ante un nuevo escenario desconocido, no solo en el terreno social, también en el económico. La forma de consumir está cambiando (ya lo estamos experimentando) y con ello las empresas tiene que adaptarse a las necesidades que demanda el nuevo perfil del consumidor, surgido en tiempos de pandemia.
Según uno de los últimos informes IPSOS, el consumidor actual será un consumidor más centrado en ahorrar y estará más digitalizado teniendo claros objetivos de compra: productos frescos, de higiene, saludables y tecnológicos.
El modelo de consumo por los canales online ha experimentado un crecimiento espectacular en los últimos meses. El miedo a lo desconocido y la precaución nos ha llevado a preguntarnos una vez pasado lo peor de la crisis sanitaria: ¿Por qué ir a las tiendas físicas y no comprar online?
En esta tesitura las empresas deben apostar, desde ya, por reconducir sus estrategias de marketing y encontrar los canales óptimos para llegar a sus públicos. El ecommerce crecerá en detrimento de los establecimientos de venta física, el reparto a domicilio estará más presente en nuestras vidas y practicaremos, en mayor medida, el consumo de recoger en tienda los productos.
Desde el punto de vista comunicativo las empresas, como respuesta a las nuevas demandas de los consumidores, tienen que apostar por una comunicación cercana, basada en la personalización del mensaje para intentar aproximarse a los intereses y hábitos de compra. Las acciones publicitarias que las marcas desarrollen tienen que estar orientadas a una relación con el consumidor final más transparente y directa que antes.
Las reglas del juego han cambiado. Las marcas tienen que mostrarse como elementos útiles para la sociedad y continuar fortaleciendo lazos. Esto será posible a través de la implementación de más y mejores procesos digitales, que está claro que han llegado para quedarse y no irse nunca más.
Por Antonio García Villanueva, consultor en Estudio de Comunicación España.