Cuando una crisis empresarial, del tipo que sea, ha sido superada con éxito la compañía afectada debería abordar un nuevo trabajo informativo para explicar pública y ampliamente el camino recorrido, las medidas adoptadas y el espacio que ahora, post crisis, se dispone a recorrer en aras de la actividad, la rentabilidad y el empleo.
Y debe hacerlo desde la convicción de que la mejor manera de cerrar y superar definitivamente una crisis es contar, sin tapujos, a todos sus públicos de mayor interés, la nueva realidad de la empresa y sus proyectos de futuro. En ese sentido, los planes de comunicación y recuperación de imagen no solo son recomendables, sino también rentables por su contrastada efectividad.
Un plan de imagen post crisis tiene como finalidad reforzar el posicionamiento de una empresa o institución ante el mercado, y fundamentalmente ante sus públicos más directos como son los propios empleados y accionistas. Para el mercado porque nos permite explicar el fortalecimiento de la actividad de cara a mantener e incrementar la confianza en los productos y servicios ofrecidos. Para los empleados para afianzar en ellos el grado de vinculación y pertenencia, y para los accionistas e inversores para seguir contando con su confianza y apuesta más decidida.
La comunicación post crisis se constituye así en una herramienta al servicio de la gestión. Un instrumento capaz de explicar esa gestión, las principales líneas de actuación y los objetivos empresariales, generando confianza y adhesión.
Cuando las crisis empresariales son superadas con éxito conviene que nuestro entorno conozca de primera mano y con urgencia los planteamientos de la dirección, los medios y las acciones encaminadas a lograrlos. De lo contrario, no conseguiremos despejar las dudas suscitadas, alimentaremos los rumores y generaremos desconfianza en nuestra marca. Tras la crisis, el silencio empresarial no es conveniente para nadie y, mucho menos, rentable para la empresa.
Por Santiago Castaño, asociado de Estudio de Comunicación.
