La pluma en un mundo de pantallas

Como ya se indicaba en la mítica canción compuesta en 1978 y popularizada por el grupo británico The Buggles bajo el ilustrativo título ‘Video killed the radio star’, la aceleración tecnológica actual está imponiendo un ritmo de cambio electrizante que, sin duda, tiene sus consecuencias.

Desde hace décadas, la adaptación exigida a los usuarios para mantenerse al día supone un reto constante para no perder el tren de la modernidad y tratar de estar a la última en tendencias y formatos. Descolgarse es un lujo que no se pueden permitir ni los profesionales de la comunicación ni los de otros múltiples campos y sectores de actividad. En caso contrario, supone una condena casi segura al ostracismo comercial.

La lista de damnificados es amplia. Costumbres en franco retroceso o, directamente, en desuso como la lectura de periódicos en formato papel o el consumo de televisión a través de los canales tradicionales son sólo ejemplos destacados de esta marea constante de cambios que está alcanzando proporciones de auténtico tsunami.

La escritura a mano es otra de las víctimas colaterales. Y es aquí donde un estudio realizado allá por 2012 por la empresa Docmail en el Reino Unido revelaba que una apreciable cantidad de los 2.000 encuestados tenía problemas a la hora de entender su propia letra al tomar notas.

Pero este asunto, que puede parecer baladí en el actual mundo de pantallas resulta que tiene sus implicaciones en el aprendizaje de los más pequeños. De hecho, la buena letra no sería sólo una cuestión de estética, sino que la práctica de la caligrafía en la tierna infancia activaría, según los expertos, redes neuronales que conectan factores cognitivos, visuales y motores.

En otras palabras, el uso indiscriminado y, sobre todo, precoz de tabletas y móviles facilita que no se ejercite la escritura manual y que, por tanto, se realice una letra poco agraciada desde el punto de vista estético, lo que, a la postre, resulta ser poco legible incluso para el propio autor.

Pero ¿tiene futuro la caligrafía en el actual contexto tecnológico donde el debate entre la pluma y la espada parece más que superado? En este punto, como en todo, hay detractores y fervientes defensores. Entre los primeros se señala que, al fin y al cabo, la escritura manual no es más que un proceso aprendido y no natural. Además, la escritura en teclado democratiza a los alumnos al no aportar un sesgo de estilo al propio trazo en papel calificándolo de bonito o, directamente, ilegible.

 

Por Fernando Geijo, Director en Estudio de Comunicación España

@fergeijo

 

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