Día de la Libertad de Prensa: los periodistas frente a la censura rusa

En 2021, el periodista ruso Dmitri Murátov recibió el Nobel de la Paz “por sus esfuerzos para salvaguardar la libertad de expresión, que es un requisito para la democracia y la paz duradera”. Murátov dedicó su galardón a los periodistas rusos asesinados desde la fundación en 1993 del diario que dirige, el Nóvaya Gazeta. Este es hoy en día considerado el último periódico crítico ruso, reconocido por haber denunciado numerosos actos de corrupción y violaciones de derechos humanos del Kremlin, y por haber publicado los artículos críticos de la periodista Anna Politkóvskaya contra el gobierno de Putin. En marzo de este año, Murátov decidió suspender la publicación del diario hasta que acabe la ofensiva militar de Putin en Ucrania tras haber recibido varias advertencias del organismo censor del país.

La falta de libertad de prensa en Rusia no es ninguna novedad. Según Marie Struthers, directora de Amnistía Internacional para Europa Oriental y Asia Central, “las autoridades rusas llevan 20 años librando una guerra encubierta contra las voces disidentes, practicando arrestos de periodistas, tomando medidas drásticas contra salas de redacción independientes y obligando a propietarios de medios de comunicación a imponer la autocensura”. Sin embargo, la censura del Kremlin se ha recrudecido con el inicio de la guerra en Ucrania.

Los esfuerzos del gobierno ruso por censurar la información libre sobre la guerra han llevado al país al puesto 155 de 180 países en la Clasificación Mundial de Libertad de Prensa, publicada este martes. A principios de marzo, el parlamento ruso aprobó una nueva legislación castiga el periodismo independiente sobre la guerra con hasta 15 años de cárcel; la palabra “guerra” está prohibida. Adicionalmente, Rusia prohibió el acceso en el país a medios de comunicación independientes, rusos e internacionales, suspendiendo entre ellos la emisión del servicio internacional en ruso de la BBC.

La cadena británica, sin embargo, ha encontrado otras vías para burlar la censura y hacer llegar la información a la región: la vieja onda corta. Los periodistas de la BBC han desempolvado esta tecnología analógica de radiodifusión indetectable, que alcanzó su apogeo durante la Guerra Fría, cuando Occidente la utilizaba para transmitir información a los ciudadanos de la entonces Unión Soviética. Para Tim Davie, director general de la BBC, “en un conflicto donde abunda la desinformación y la propaganda, existe una clara necesidad de noticias fácticas e independientes en las que la gente pueda confiar”. Esta tecnología, esperanza analógica, permitirá a la BBC “seguir proporcionando al pueblo ruso acceso a la verdad”.

En un mundo digital, la esperanza analógica sorprende al garantizar un bien esencial: acceso al periodismo libre e independiente. Sin embargo, no es la onda corta, sino los periodistas que ejercen su labor, muchos de quienes se juegan la vida todos los días, los verdaderos protagonistas de este Día Mundial de la Libertad de Prensa.

Por Aída Prados, Directora de Estudio de Comunicación.

@prados_aida

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