Nos encontramos en la actualidad viviendo inmersos en la era del big data. Tanto usuarios como marcas buscan información y datos para casi todo lo que emprenden con el único objetivo de asumir el menor número de riesgos ante una compra, un servicio, una nueva campaña, el lanzamiento de un producto innovador, etc. Esta situación resulta muy potente de cara al consumo, pero, sin embargo, para las marcas y para los comunicadores que intentan hacer llegar un mensaje creativo u organizar un evento atractivo este control absoluto, sin duda, perjudica.
Por eso buscar el factor sorpresa quizá sea la única salida para destacar. Ofrecer emoción, asombro, algo inesperado, el tan de moda efecto WOW, es lo que debería ser hoy premisa en todo lo que se realice de cara al público. Pero ¿por qué la sorpresa se convierte en algo tan importante?:
- Porque la sociedad analiza cualquier elemento imprevisto con mucho mayor interés.
- Porque la sorpresa y la emoción que algo conlleva permitirá conectar con el individuo rápidamente generando mucha expectación.
- Porque hay estudios que demuestran que se disfruta más de hechos agradables inesperados que de simplemente eventos agradables.
- Porque la sorpresa alimenta la curiosidad y el interés y éstos son motivadores esenciales para la acción.
- Porque se recuerda aquello que se vive más inusualmente y de forma más novedosa.
Y aunque parezca una tarea complicada, en realidad incluir un toque de emoción es algo realmente sencillo. No hacen falta grandes inversiones para ello, simplemente basta con dejar un momento de pensar en la parte formal del asunto (temática idónea, ponentes de primera línea, vender un producto, etc.) y reservar un instante para pensar en cómo conseguir dejar al receptor totalmente descolocado con lo que esperaba. Así se consigue un grado tan alto de emoción que le abrirá la mente hasta el punto idóneo para conectar con él.
Por Eva Fresnillo, consultora Senior de Estudio de Comunicación