El Wi-Fi de Zelenski

No hay que ser un lince para deducir que, tristemente, la guerra de Ucrania va para largo. Al desgaste en todos los sentidos que sufre el país hay que añadir el comunicativo, que a mi juicio es uno de los más amenazantes.

Si yo fuera un estratega ruso no solo trataría de hacer añicos las centrales eléctricas de Ucrania, sino que intentaría destruir toda infraestructura de telecomunicaciones que permitiera a Zelenski realizar sus comparecencias en streaming y hablar ante la opinión pública occidental.

El presidente Zelenski ha ganado hasta ahora la batalla de la comunicación, una batalla que tiene que ver mucho con captar la atención del receptor, en este caso Occidente. Pero que también sufre un riesgo y es dejar de ser excepcional para convertirse en rutina, y pasar al estante de conflictos armados olvidados por el imaginario colectivo de la civilización occidental.

Algunos ejemplos de guerras archivadas en los sótanos de las cadenas de televisión y, como consecuencia de ello, en la mente de los europeos, aunque sigan muy vivas, son la de Yemen sumido en ocho años de devastación que ha dejado más de 150.000 muertos; ¿alguno nos acordamos de que en febrero de este mismo año se produjo un golpe de estado en el país de Myanmar que derrocó al gobierno democrático de Aung San Suu Kyi y lo sustituyó por una Junta Militar?, por no hablar ya del conflicto eterno entre Israel y Palestina cuyos proyectiles ya no abren telediarios ni aunque impacten contra el propio “Pirulí”.

El mayor riesgo que sufre ahora mismo Ucrania es que Occidente pase página y mire para otro lado, porque si la olvida dejará de apoyarla moral y militarmente. Por eso confío en que además de la esperanza, el presidente Zelenski conserve su Wi-Fi porque en el momento en el que deje de compartir espacio televisivo con el resto del mundo habrá perdido la guerra.

 

Ana Pereira, Directora en Estudio de Comunicación

@anabepereira

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