Las lluvias o tormentas de ideas, también conocidas como brainstorming, son una técnica muy efectiva utilizada habitualmente cuando se necesita inspiración para un asunto en el que se está trabajando. Se originó en 1919 al descubrirse que, a través de un proceso interactivo en grupo sin estructurar, se conseguían más ideas que en otro individual ya que, de esta forma, se potencia la creatividad y aumenta si se hace en grupo. Permite además, dar la oportunidad a más personas de colaborar y aportar sugerencias que, hiladas unas con otras, pueden resultar muy atractivas. Para ello se necesita que el grupo no sea muy numeroso y que cuanto más dispares sean sus componentes, mejor. No hace falta ser experto del tema en cuestión, de hecho, es preferible para que las sugerencias sean totalmente frescas y originales.
En todo brainstorming, aunque parezca raro, se prefiere la cantidad a la calidad. Seguramente las primeras aportaciones serán aquellas más habituales, pero, si se sigue incentivando al aporte habrá mayor probabilidad de que surjan más originales. Después vendrá la tarea de analizar, ordenar los conceptos, darles un sentido, buscarles un hilo conductor, y elegir aquellos más adecuados para el fin propuesto.
El espacio en el que se lleve a cabo también es fundamental. Debe ser un entorno en el que los miembros del equipo se sientan cómodos. Estando relajados se consigue que surjan las aportaciones sin filtros. El objetivo es conseguir decir lo primero que se pase por la mente ya que, por absurda o imposible que parezca, puede ser de utilidad en el futuro. Todo participante en el mismo debe saber, en el momento de la tormenta, que los juicios están prohibidos ya que el objetivo debe ser producir ideas libremente; la regla es nunca emitir juicios de calidad. El moderador, durante la consecución de éste, solo debe anotar las sugerencias sin valorar o dirigir el debate pero, una de las claves de su efectividad es poder combinar las opiniones surgidas para conseguir otra mucho mejor o proponer variaciones sobre la de otro compañero.
Esta técnica es muy fácil y útil y existen programas y software vía Internet que permiten a las empresas realizar estas sesiones con sus empleados, clientes o con el público en general pero, en realidad, para llevarla a cabo no es necesario más que un papel, un boli y mantener la mente abierta a nuevas posibilidades.
Por Eva Fresnillo, directora de Estudio de Comunicación