Las redes sociales ya no son lo que eran

Los que vivimos los inicios de las redes sociales con el lanzamiento de Facebook en España, allá por 2008, podemos observar la enorme diferencia que hay entre el uso que se le daba entonces a aquella plataforma, que consiguió revolucionar la manera de relacionarnos, y el modo en que se emplean las principales redes hoy en día: Instagram, Twitter, TikTok, Youtube o Linkedin, además de Facebook, que milagrosamente sobrevive quince años después.

Recuerdo, con la nostalgia de los que tenemos años suficientes para haber conocido “otros tiempos”, que todos nuestros amigos estaban allí. Todos menos algún “especialito” que se resistía a airear cada detalle de su vida, pero que acabó claudicando más adelante.  Y es que si no estabas en Facebook no te enterabas de nada. Era como estar en el ostracismo. Las fiestas particulares empezaron a convocarse en la plataforma, aunque solo fuera una cena entre amigos, dejando atrás otros medios como los carísimos SMS o el correo electrónico, que hasta entontes había servido para todo, no sólo para invitar a un evento, sino también para inundar los buzones de los conocidos con chistes, historietas, críticas políticas y hasta ppts con fotos de gatitos y música empalagosa. Y claro, gracias a Facebook, habías sido invitado a la fiesta y, además, llegabas conociendo todos los cotilleos de los otros invitados. Porque todos lo publicábamos todo. Que si tenías dentista ese día, que si fulanito había aprobado un examen, que si menganito había pasado dos horas en un atasco… Y, por supuesto, sabías quién estaba con quién o había dejado de estar. Facebook era como un patio de vecinos. Con muchos inconvenientes y funcionalidades muy básicas, pero muy divertido y, sobre todo, muy participativo. Casi todos tus amigos comentaban cada una de tus publicaciones, aunque fueran de lo más anodinas. Como se dice ahora, el engagement era altísimo.

«Las redes sociales hoy no tienen ningún parecido con lo que fueron. Ahora son más bien plataformas de entretenimiento con las que pasar el rato»

Ahora es muy distinto. Las redes sociales hoy no tienen ningún parecido con lo que fueron. Incluso me pregunto si se las puede seguir llamando “redes” y “sociales”. Ahora son más bien plataformas de entretenimiento con las que pasar el rato, alternativas a otras opciones de ocio como la televisión o los videojuegos, por ejemplo. Pero ya casi no queda presencia de los amigos y menos de la interacción con ellos. En Instagram, por ejemplo, casi todas las personas que yo sigo ya solo publican Stories, algo efímero que no requiere ser muy pensado porque no dejará huella y que no se puede comentar públicamente. El texto con el que nos relacionábamos en Facebook pasó a la historia. En las fotografías y los vídeos de los perfiles particulares apenas hay comentarios. Ya no se comparten y debaten ideas y, si se hace en Twitter, se dispone sólo de 280 caracteres para ello. Poco espacio para la reflexión.

Con esto no quiero decir que las redes sean peores ahora. La diversidad de formatos y de opciones de interacción las hace más atractivas. Sin duda, tienen la capacidad de “enganchar” muchísimo más y son una opción para distraerse en los ratos muertos, como en el transporte o en la sala de espera del médico. Pero también son mucho menos personales. Ya no son esa comunidad de amigos conectados que era Facebook al principio. Se han convertido en otra cosa, muy útil, eso sí, para servir a intereses comerciales y de otros tipos.

«A no ser que inventen pronto algún servicio rompedor, corren el riesgo de cansar a los usuarios»

En todo caso, me pregunto si es que han llegado ya a su madurez e incluso si la están sobrepasando. Son pocas las innovaciones que son capaces de ofrecer últimamente y, además, cuando alguna saca algo nuevo, todas las demás lo copian inmediatamente. La mayoría ya ofrece la posibilidad de publicar historias cortas, vídeos en directo o recomendaciones de influencers, por ejemplo. Y yo creo que, a no ser que inventen pronto algún servicio rompedor, corren el riesgo de cansar a los usuarios.

Al menos, eso es lo que me está pasando a mí últimamente. Cada mañana, mientras desayuno, suelo echar un vistazo a mis redes. Es casi como un acto reflejo que hago sin pensar. Ninguna novedad. Apenas unos pocos likes a mis últimas publicaciones, que sospecho que ya sólo ve una minoría. Algunas Stories de amigos con fotos de viajes o escapadas de fin de semana y poco más. Por lo demás, los mismos vídeos curiosos de páginas de contenido random y algún resumen en vídeo de una noticia llamativa en un medio de comunicación. Ya casi no me aportan nada, ni en lo personal, ni en su faceta de entretenimiento. Y, además, no soporto el enorme cambio en el tono de los usuarios al comentar los contenidos de perfiles con muchos seguidores, como los de los medios de comunicación, los de los famosos, u otros. La falta de respeto y la crítica negativa se han convertido en la tónica general.

Mi uso de las redes sociales es cada día menor. El que le dan mis amigos también. Puede que se deba a que vamos cumpliendo años, o no, pero tengo la impresión de que ha empezado el declive de estas plataformas, que sin duda, para mí, ya no son lo que eran.

Por Estefanía Campos, directora en Estudio de Comunicación

@Ecampos1976

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