El sector Consumo ha sido uno de los más golpeados por la pandemia COVID 19. Las medidas adoptadas como consecuencia de la declaración del Estado de Alarma significaron el cierre de la mayor parte de los negocios que integran el sector, especialmente bares, restaurantes y pequeño comercio, en definitiva, todos aquellos que no entraban en la categoría de servicios y/o productos esenciales. La desescalada diseñada por el Gobierno en España ha puesto de manifiesto la dificultad de estos negocios para adaptarse a las normas establecidas para garantizar la salud y bienestar de los consumidores. Esta crisis ha tenido el efecto de situar al sector frente a un espejo y señalar las debilidades de muchos de ellos. Todavía en gran parte del territorio español, muchos negocios no saben si podrán abrir sus puertas dependiendo de cómo quede configurada la denominada “nueva normalidad” y las medidas que sean de obligado cumplimiento.
Durante los primeros momentos del confinamiento los usos y costumbres de los consumidores sufrieron alteraciones importantes. El gasto en productos relacionados con la alimentación y la higiene experimentaron incrementos cercanos al 50%. Situación provocada por la incertidumbre y el desconocimiento de lo que podría suceder. La otra cara de la moneda fue el descenso en los gastos en ropa y complementos. Con el avance de los meses, muchos de los productos que coparon el top ten de los más consumidos han ido dejando paso a productos de categorías diferentes.
Más allá de nuevos hábitos sobre nuestra experiencia de compra, un aspecto relevante que se ha puesto de manifiesto durante estos meses ha sido la capacidad de adaptación de muchos consumidores al comercio online. Es especialmente relevante el segmento de población con edades superiores a los 60 años que, hasta ahora, no habían optado por este canal. Si bien, es probable que estos vuelvan a sus hábitos una vez desaparezcan las restricciones adoptadas durante el estado de alarma.
Un elemento muy importante para la recuperación de la actividad de los establecimientos comerciales va a ser la capacidad de adaptar su plantilla a las diferentes fases y a las medidas establecidas. Muchas empresas han tenido que acudir a los mecanismos de Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y la forma en que se pueda ir rescatando a los trabajadores puede condicionar la reapertura de los establecimientos en condiciones de rentabilidad.