El Síndrome de van Gogh

Meses atrás se cumplieron 164 años del nacimiento de Vicent van Gogh uno de los más grandes -y celebrados- pintores del siglo XX cuya obra ha sido un auténtico parteaguas dentro del arte universal. El genial pintor nació el 30 de marzo de 1853 en Groot Zundert, Holanda.

En esa misma fecha, pero en 1987, la pintura «Los girasoles» de van Gogh rompió un récord de todos los tiempos al ser subastada y vendida por 22 millones de libras esterlinas al empresario y millonario japonés Yasuo Goto.

A pesar de la importancia de la obra de van Gogh, ésta no fue reconocida hasta su muerte, por lo que el pintor no tuvo retorno monetario de sus pinturas.

La triste experiencia del pintor holandés dio origen a que Justo Villafañe, profesor de la Universidad Complutense, considerado el más importante teórico de la reputación, denominara “El Síndrome de van Gogh” al que padecen las empresas que a pesar de hacer las cosas bien –tienen una excelente realidad corporativa— pero sus stakeholders no se enteran. Esas empresas no pondrán en valor la reputación asociada al buen comportamiento corporativo.

Villafañe señala en los múltiples libros que ha publicado sobre la materia, que la reputación de una empresa no la genera la comunicación por muy eficaz que sea, sino su realidad corporativa, hacer las cosas bien.

El síndrome de van Gogh se produce cuando la excelencia no es reconocida. Para evitarlo hay que gestionar el reconocimiento. Bien dicen que hacer relaciones públicas es portarse bien y que lo sepan los demás.

Por Carlos Bonilla, Vicepresidente Ejecutivo de AB Estudio de Comunicación México.

@Karlabon

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