Los diecisiete años que median entre la epidemia provocada por el Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (SARS) y la del brote actual del Coronavirus ilustran contundentemente como ha cambiado el panorama en las redes sociales y de qué forma cualquier crisis, evento o suceso pasa inevitablemente por el tamiz de esta megafonía social del siglo XXI.
Las redes sociales, principalmente Twitter y Facebook, son el escenario de batalla en el que se dirimen los esfuerzos del Gobierno chino por controlar la cobertura del brote y de la población china, y, muy especialmente de los residentes en Wuhan por criticar la falta de atención y el retraso en la información a la ciudadanía.
Las autoridades chinas vigilan de cerca toda la información que se comparte en Weibo y otras plataformas, suprimiendo los mensajes que contradicen la narrativa del gobierno y prohibiendo a los usuarios que lo hagan. El Diario del Pueblo, el mayor periódico de China y portavoz del Partido Comunista, ha lanzado una campaña de «Refutación de rumores». Apoyándose en una de las redes sociales más populares, WeChat, el periódico está distribuyendo carteles digitales compartibles que abordan los rumores más perniciosos
Por su parte, los ciudadanos chinos recurren a plataformas bloqueadas en el país, como Twitter y YouTube, utilizando servicios de redes privadas virtuales para difundir el mensaje. En medio de la aparente frustración en Wuhan, algunos de los medios de comunicación privados de China también han empezado a cuestionar la narrativa oficial, publicando historias sobre la falta de suministros médicos y cuestionando la conducta de la Cruz Roja local, a la que se ha acusado de no desembolsar donaciones.
En cualquier caso, lo que queda patente es la dificultad incluso en una sociedad tan controlada como la china de poner puertas al campo en la sociedad de la información del siglo XXI.
Adolfo Lázaro
Consultor Senior de www.estudiodecomunicacion.com/extranet
@alazaro_m