Nos encontramos en un momento en el que las nuevas plataformas y redes sociales se suceden continuamente y es difícil estar al día. Con las modas que vienen y van, las aplicaciones ganan y pierden notoriedad con tanta rapidez que apenas somos conscientes de las más populares e, incluso, de las que han desaparecido por completo sin dejar rastro. Es, por ejemplo, el caso de TikTok, una herramienta online que permite a los usuarios crear y compartir vídeos a través de internet, y que se ha convertido en un auténtico fenómeno entre los más jóvenes. Sin embargo, al igual que esta red social hizo con su predecesora, (Vine) parece que ahora TikTok pudiera estar amenazada por una nueva aspirante: Byte.
Hija de uno de los cofundadores de la difunta Vine, Byte había visto su lanzamiento retrasado desde la primavera de 2019 hasta finales de enero de 2020, cuando ya se ha hecho oficial. Byte cuenta con un sencillo sistema de gamificación basado en estrellas, de forma que cuantos más seguidores tenemos y más interacciones realizamos, más estrellas conseguimos. Los “rebytes” equivalen a los retweets o likes, como ocurre en otras redes sociales, y no se muestran en la página principal de los perfiles, sino que hay que entrar en el perfil de los usuarios para visualizarlos.
Pero, con aplicaciones tan similares, ¿qué es lo que determina el triunfo de unas y la derrota de otras? Y, lo más importante, ¿qué dice eso de nuestros hábitos y comportamientos de consumo?
Por qué van y vienen: la caducidad del éxito.
Los más grandes se comen a los pequeños. No es una historia nueva. Podemos tomar de referencia casos en los que esto ya ocurrió, como la trayectoria de Instagram, una red social experta en absorber las mejores características de otras plataformas e integrarlas de forma natural y eficaz en su sistema, acabando con las aplicaciones originales. Algunos ejemplos son las stories y los filtros, elementos copiados de la ahora cuasi olvidada Snapchat, que se han convertido en funciones estrella para la gigante de las fotos. Se trata de una táctica muy común que Facebook, empresa propietaria de Instagram, entre otras, ha seguido para sobrevivir.
De este modo Vine fue, probablemente, la precursora del formato de vídeos cortos y rápidos, pero cuando Instagram añadió estas funciones la migración fue imparable. La clave está en saber adaptarse ante alternativas incipientes que evolucionaron rápidamente, pero no es una tarea sencilla. Sólo queda esperar para descubrir si Byte consigue sobrevivir a este entorno digital tan hostil. Tal vez su nueva característica, el sistema de recompensa a creadores, le valga su puesto entre las plataformas más populares, eso sí, si la competencia no logra reproducirlo e integrarlo antes.
La importancia de estar el día: la diferencia entre sobrevivir y caer en el olvido.
Lo que está claro es que el éxito nunca viene aparejado con la falta de esfuerzo. Pulir características como la interfaz, decidir si crear una versión web o modernizar los sistemas de clasificación y visibilidad de contenidos pueden significar la diferencia entre una acogida entusiasta por parte del público o desaparecer rápidamente.
Competir en el mercado digital es el verdadero reto. Podemos predecir qué es lo que va a tener éxito analizando las tendencias y los datos, pero siempre dependeremos del concepto de qué es lo “popular” en cada momento. Al fin y al cabo, la magia de lo digital reside ahí.
Mérida Miranda
Consultor de Estudio de Comunicación