La comunicación en la empresa experimenta una continua evolución. La pandemia ha acelerado los cambios que se iniciaban en los últimos años hasta lograr una transformación que nos acerca a lo que se denomina como comunicación líquida. Este concepto no es nuevo. Se deriva del acuñado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman en la década de los 90 y hace referencia a la adaptación al cambio que el sector empresarial deberá acometer en las próximas décadas.
La necesidad empresarial de adecuar sus procesos a la COVID-19 ha logrado un cambio radical en las organizaciones que han tenido que reinventar muchos de sus procesos, incluida la comunicación. Han pasado de ser empresas ancladas en usos empresariales de décadas pasadas a ser flexibles, digitales, móviles y en muchos casos interconectadas de manera virtual. En definitiva, organizaciones “líquidas”.
La comunicación empresarial también se ha adaptado al modelo “líquido”. Y sólo en los aspectos más relacionados con la logística o las ventas, sino también en la comunicación diaria, tanto con los trabajadores como con los clientes y proveedores. Las Compañías han sido capaces de que su actividad se desarrolle en una nueva realidad, en donde las redes sociales y la digitalización ha transformado los antiguos modelos comunicativos, con áreas cerradas e independientes, en una gran comunidad virtual, en la que el individuo ha alcanzado un conocimiento y un grado de influencia y protagonismo imposible de soñar siquiera hace tan solo unos años.
Adaptarnos a los cambios que ya están aquí no va a ser fácil, ni en comunicación ni en otros muchos campos. Debemos hacer un mayor esfuerzo para mejorar nuestra conexión con los públicos objetivo, que esperan de nosotros, no solo claridad, credibilidad y transparencia sino, también, inmediatez, flexibilidad, y sobre todo, adaptación a una nueva realidad multicanal y multiformato “líquida” y cambiante.
Por Alejandro de Antonio, Director en Estudio de Comunicación