“Neologismo en inglés usado de forma peyorativa para describir a los contenidos en Internet que apuntan a generar ingresos publicitarios, especialmente a expensas de la calidad o exactitud de estos, dependiendo de titulares sensacionalistas para atraer mayor proporción de clics y fomentar el envío de dicho material a través de las redes sociales”.
Así define Wikipedia al “clickbait”, práctica muy difundida actualmente en los medios digitales, que luchan por sobrevivir a la crisis económica que sufren, en general, los medios de comunicación.
Todos entendemos que la solvencia financiera de un medio, o de cualquier emprendimiento, es la base para su sostenibilidad futura. Sin ella, no podría existir un periodismo de calidad. Sin embargo, cuando la búsqueda de ingresos económicos es el único incentivo que guía el trabajo de un medio, se corre el riesgo de incumplir su misión básica: informar con la verdad, chequear la veracidad de la información y dar cabida a la posición de las fuentes involucradas.
Hoy, navegar por Internet o por las redes sociales supone enfrentarse a un mar de titulares como “Si creciste en los ´90, estos recuerdos te van a traer mucha nostalgia”, o “Dejaron caer plumas y un balón al mismo tiempo. Adivina qué tocó el piso primero”. Seguramente se trata de artículos inofensivos, que aportan datos curiosos e incluso útiles para la audiencia, pero que muchas veces tratan de vender una realidad que luego desilusiona al lector. Es decir, se engaña con un titular llamativo para que el usuario pinche la noticia, que no es más que un resumen de obviedades ya sabidas.
Este fenómeno ha impulsado la creación de un sinnúmero de pseudo medios de comunicación, que llenan sus espacios con este tipo de información, muchas veces generadas por inteligencia artificial, cuyo algoritmo está diseñado para captar la atención de los lectores.
Esta suerte de spam informativo nos está inundando y de alguna manera le quita espacio al periodismo de calidad. No se trata de censurar o hacer un control centralizado de lo que circula en Internet, pero los medios de comunicación de calidad deben seguir luchando por informar con contenidos de calidad, y no con titulares llamativos que escondan textos que muchas veces no tienen otro valor que convertir en dinero el click de algún usuario incauto.
El desafío -sobre todo financiero, pero también ético- es enorme. La competencia con cientos de medios es desigual, pero como periodistas tenemos una responsabilidad social que atender: informar verazmente, sin trampas a nuestra audiencia, para ayudar a construir una sociedad informada, libre y educada.
Por Felipe Lozano, consultor sénior en Estudio de Comunicación