Con la creciente diversidad del capital humano con el que cuentan las empresas, una talla única en materia de Comunicación Interna no sirve para todos. Cuando hablamos a y con nuestros empleados debemos poner el foco en sus diferentes perfiles, intereses y relación con el trabajo. Porque no todas las personas somos iguales ni vivimos de igual manera la comunicación con nuestro trabajo.
Una comunicación personalizada reconoce que cada empleado es único, con diferentes roles, intereses y retos. Adaptar los mensajes a estos aspectos específicos no solo hace que la información sea más relevante, sino que también demuestra que la empresa nos valora a cada uno de nosotros.
Por tanto, la segmentación debe jugar un papel fundamental en nuestra estrategia de Comunicación Interna. Al clasificar a los empleados en grupos, las empresas pueden dirigir mensajes específicos que resuenen mejor con cada audiencia. Esto no solo mejora la comprensión y la retención de la información, sino que también aumenta el compromiso y la motivación. Los empleados se sienten más conectados y alineados con los objetivos de la empresa cuando reciben comunicaciones que consideran relevantes y útiles para su trabajo diario.
Además, una estrategia de comunicación interna segmentada puede prevenir la sobrecarga de información. Enviar solo los mensajes pertinentes a cada grupo ayuda a evitar que los empleados se sientan abrumados y reduce el riesgo de que importantes actualizaciones pasen desapercibidas.
Para ello, se pueden hacer análisis de lo más sofisticados -desde programación a interpretación de datos- hasta lo más simple -departamentos, antigüedad, edad, etc. Ya sea de una manera o de otra, la importancia reside en la distinción y en el acercamiento de la comunicación lo máximo posible a las realidades del empleado.
Por Laura Alonso, consultora sénior en Estudio de Comunicación