Las evaluaciones de desempeño son una parte fundamental de la comunicación interna de cualquier compañía. De hecho, representan la mejor fórmula conocida por ahora para dar feedback constructivo a un empleado, al tiempo que sirven para reorganizar las tareas y proyectos, así como para establecer nuevos objetivos para el futuro. En esencia, se erigen como mecanismo indispensable para cualquier equipo (o compañía) que aspire a crecer a través de la mejora continua.
Pero hay dos cuestiones que casi siempre rodean a las evaluaciones de desempeño. En primer lugar, ¿sirven para todos los empleados por igual? Y, paralelamente: ¿cuál es el mejor formato o qué debe incluirse en ellas: datos o relato? A día de hoy persiste el debate; sin embargo, un macroestudio acaba de dar algo de luz a la segunda cuestión. ¿Cómo? Preguntando directamente a los empleados.
En un paper titulado The Power of Words: Employee Responses to Numerical vs. Narrative Performance Feedback, sus autores realizan una revisión sobre los últimos estudios en la materia, tratando de descifrar si los datos son la mejor fuente para dar feedback al empleado o, por el contrario, si las narrativas deberían ser el método utilizado.
“Si bien nuestros hallazgos sugieren que la retroalimentación narrativa suele ser la mejor percibida, también descubrimos que hay circunstancias en las que los empleados consideran que las evaluaciones numéricas son igualmente justas, incluso cuando se utilizan para determinar incentivos monetarios, como bonificaciones”, explican los autores, quienes desarrollaron una serie de experimentos para determinar exactamente en qué casos conviene una u otra fórmula.
En la mayoría de los casos, los empleados respondieron positivamente a la información detallada y contextual proporcionada en la retroalimentación narrativa, cuando se incluían ejemplos específicos de comportamientos y acciones vinculados a los resultados del desempeño. Es decir, que cuando se crean relatos con casos y ejemplos concretos, este formato es mejor percibido por los trabajadores.
Por el contrario, cuando el feedback incluía solamente números o datos, los empleados tendían a pensar que su manager estaba enfocándose injustamente en algunos aspectos negativos. El único caso en el que esta percepción se amortiguaba era cuando se hablaba de bonus u otros incentivos monetarios. Es decir, que un empleado tiende a aceptar mejor la consecución o no de un objetivo de bonus si le plantas datos encima de la mesa… mejor que si simplemente tratas de argumentar esa decisión sin datos.
Por todo ello, la conclusión de los autores del macroestudio es que ambos formatos deben combinarse para dar el mejor feedback posible: “La retroalimentación narrativa explica mejor el contexto y ofrece información personalizada que puede aclarar las expectativas de desempeño y mejorar la comprensión de los empleados sobre la lógica detrás de su retroalimentación. La retroalimentación numérica, por otro lado, puede verse como una fuente de información más directa sobre el desempeño relativo y sobre dónde alguien no alcanzó los estándares”.
Por Pavel Ramírez, consultor sénior en Estudio de Comunicación.