Cuando una empresa enfrenta un Expediente de Regulación de Empleo (ERE), la comunicación se convierte en un pilar fundamental para gestionar la situación de manera transparente y minimizar el impacto en la marca, los empleados, inversores y la sociedad. Si no se comunica, existe el riesgo de que aumente la posibilidad de conflictos laborales o la frustración de la plantilla, lo que afectaría negativamente a la percepción interna y externa de la marca.
La comunicación es esencial para mantener informados a los diferentes públicos objetivo (trabajadores, comité de empresa, accionistas, administraciones, proveedores, clientes, etc.), generar confianza y mitigar la incertidumbre. La falta de información genera rumores y desconfianza, afectando la moral y la productividad del equipo.
Ante una noticia como está, medios de comunicación, sindicatos, plantilla y administraciones exigirán explicaciones, por lo que es clave emitir mensajes alineados con la realidad y demostrar responsabilidad social. Un enfoque honesto y empático puede ayudar a reducir el impacto negativo en la marca y facilitar el diálogo con las partes interesadas.
Como siempre en comunicación, la planificación y la previsión es necesaria. Previo al anuncio al comité de empresa de la intención de hacer un ERE, es crucial que la empresa elabore una serie de análisis y trabajos que le permitan informar de manera transparente y diligente a los diferentes públicos objetivos. Por ejemplo, la compañía deberá hacer una segmentación adecuada de las diferentes audiencias, así como construir los mensajes correctos y personalizados, con el objetivo de ofrecerles la información pertinente para cada una de ellas, que deberá ser clara y razonada. La empresa tendrá que explicar honestamente los motivos de la reestructuración y detallar las medidas de apoyo, como indemnizaciones o planes de recolocación. Una comunicación “customizada” demuestra cercanía y empatía, lo que minimizará la frustración de los públicos.
También es crucial determinar previamente el momento de la comunicación con cada uno de ellos, quién comunica qué, el tono e incluso los gestos de la persona que comunica, si es de manera presencial. Hay que tener en cuenta que se trata de una noticia muy sensible para los que la reciben, que deben notar empatía y comprensión con su situación por parte de las personas que la comunican.
Sin embargo, muchas empresas cometen errores graves en su comunicación durante un ERE:
- Falta de transparencia, generando incertidumbre y especulación.
- Mensajes fríos y despersonalizados, que generan rechazo y malestar.
- Minimizar la importancia del ERE, dando la impresión de falta de empatía.
- No ofrecer canales de comunicación evitando que los afectados puedan expresar sus dudas.
Para evitar una crisis mayor, la empresa debe actuar con transparencia, sensibilidad y coherencia. Contar con un plan de comunicación sólido evita daños a la reputación, fortalece la confianza de los empleados y facilita el proceso de transición. En definitiva, una gestión adecuada de la comunicación puede marcar la diferencia entre un ERE traumático y una reestructuración responsable.
Por Patricia Núñez, consultora sénior en Estudio de Comunicación.