La Universidad de Wisconsin en Madison (EE.UU) acaba de sufrir un sonoro episodio de crisis reputacional a cuenta de un vídeo de bienvenida a sus estudiantes publicado en Facebook . Apenas dos minutos de vídeo han conseguido situar en el mapa -para mal- a una universidad pública, por lo demás, bastante poco conocida fuera de su Estado natal.
¿Cuál ha sido el problema? En este vídeo de bienvenida sólo aparecían estudiantes blancos haciendo las actividades típicas de universitarios. En tono inspiracional y alegre, el vídeo recreaba a jóvenes estudiando, haciendo deporte, bailando… en el campus y en la ciudad de Madison, capital del Estado de Wisconsin. El corto, condenado a pasar sin demasiado impacto por las redes sociales de los estudiantes, ha generado toda una ola de protestas y un debate sobre la falta de integración real de estudiantes negros en esta universidad, así como la falta de medidas reales de inclusión de otras minorías.
Se trata de un tema, el de la diversidad racial y su representatividad en el ámbito institucional, para el que en España por ejemplo todavía no existe -existirá pronto- una sensibilidad máxima pero que en otros países como en Estados Unidos sí. Así pues, llama la atención que esta Universidad no se haya dado cuenta de este fallo. La reacción eso sí, fue rápida: la Universidad retiró el montaje a las pocas horas de colgarlo en Facebook. Asimismo, envió un comunicado de disculpa, desde mi punto de vista, bien enfocado, y produjeron otro vídeo en el que estudiantes de otras razas cuentan qué pretenden aportar a la sociedad en su futuro profesional para el que se están preparando.
Pero esto no ha evitado que el asunto haya trascendido y que, según leemos en el NY Times, la tensión se haya mantenido estos meses en el campus.
Como consultores de comunicación, este asunto nos obliga a reflexionar sobre la cuestión de la inclusividad en la comunicación pública de cualquier institución y, también, de cualquier organización empresarial. Hay dos opciones: podemos calificar este episodio como de banal, superficial o excesivamente guiado por lo “políticamente correcto”. O podemos sacar la diversidad y la inclusividad de ese “cajón” y elevarlo a la categoría de lo imprescindible a la hora de abordar cualquier tipo de comunicación. Desde mi punto de vista, esta segunda opción se abre paso con fuerza en todo el mundo. Y sería un grave error no asumirlo cuanto antes.
Cecilia Díaz
Consultora Senior en Estudio de Comunicación España
@ceciliadiazmart