Las redes sociales se han convertido en una parte fundamental de nuestra vida diaria. YouTube, WhatsApp, Facebook, Instagram, Twitter, y más recientemente TikTok son algunas de ellas. Todas estas plataformas se han convertido en potentes herramientas de comunicación, tanto profesional como personal, en las que compartir información útil, relacionarse y poder desarrollar una identidad propia.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Las redes sociales han traído consigo muchas cosas buenas, pero también numerosos riesgos que afectan al bienestar de los usuarios. Los jóvenes de entre 16 y 30 años son quienes más consumen estas redes sociales y, por tanto, quienes más sufren estos efectos negativos.
El pasado 4 de octubre, el diputado de Más País, Íñigo Errejón, planteó una iniciativa que insta al Gobierno a adoptar la legislación necesaria para que Instagram indique cuando una imagen está retocada. El objetivo de esta proposición no de ley es reflejar cuando un cuerpo ha sido manipulado digitalmente y evitar así posibles trastornos de salud mental en los jóvenes.
Esta propuesta está generando cierto debate en Twitter sobre si es necesaria o no. Lo cierto es que se basa en un estudio interno de Facebook publicado por el Wall Street Journal sobre el impacto de Instagram en la salud mental de los jóvenes y adolescentes. Los datos son abrumadores:
- Al 32% de las adolescentes que ya se sentían mal con sus cuerpos, Instagram las hacía «sentir peor» y, por si fuera poco, otra investigación reciente relacionó el incremento de los TCA (Trastornos de Conducta Alimentaria) con un mayor uso de las redes sociales.
- El 13% de los usuarios británicos y el 6% de los estadounidenses vincularon el deseo de quitarse la vida al uso de esta red social.
Problemas de autoestima, ansiedad, depresión, falta de sueño, cyberbullying; la lista es interminable. Y es que no es ningún misterio que los jóvenes pasan cada vez más tiempo conectados a las redes sociales, a un mundo virtual e irreal que les desarraiga de la realidad y les pone en riesgo. La necesidad de abordar este problema es imperante para lograr una sociedad más sana y más feliz.
Beatriz Hurtado Vaquerizo, Consultora
