Mi cuñado Pedro, cuando alguien se queja del diagnóstico o de los conocimientos de un médico, siempre responde con una frase que me parece muy acertada: «No sé de qué te sorprendes si estudió en la misma universidad que nosotros: la española». Es casi una sentencia que describe con ironía el nivel de la educación en nuestro país que, salvo dignísimas excepciones, lejos de mejorar, cada año desciende puestos en el ranking educativo mundial. Los políticos comparten el diagnóstico de que algo no funciona en el sistema educativo español y buscan un pacto que, probablemente, una vez más, no encuentren.
En Comunicación, el panorama -a mi juicio- es aun más sombrío. Ha habido Medios que presumían de no contratar a periodistas que salieran de la Universidad, por su bajo nivel y preparación. Y es cierto que la educación española en el sector de la Comunicación ha estado si cabe aún más alejada del mundo profesional que otras disciplinas, como la Medicina o el Derecho. A mi juicio hay pocos periodistas y comunicadores en ejercicio que den clases en las universidades y el mundo docente se encuentra demasiado lejano de la realidad práctica. El nuevo Plan Bolonia puede vencer algunos de los defectos del sistema, ¡ojalá lo consiga!